El telescopio eROSITA descubrió en 2019 un gigantesco par de burbujas que emitían radiación X, cada una de unos 36.000 años luz de alto y 45.600 años luz de ancho, por encima y por debajo del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Estas burbujas eran curiosamente muy similares a otras dos encontradas por otro observatorio de rayos gamma, el Fermi, una década antes. Algo más pequeñas, parecían quedar engullidas.
Qué pudo causar estas dos parejas de gigantes ha sido hasta ahora un misterio. Pero sus similitudes en los tamaños y formas sugerían que debieron de haber sido expulsadas por un mismo evento cataclísmico, algo de un terrible poder de energía surgido del núcleo de nuestra galaxia. Un nuevo estudio publicado en ‘Nature Astronomy’ por un equipo internacional sugiere que las burbujas son el resultado de un poderoso chorro de energía producido por Sagitario A*, el agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea. Comenzó a arrojar material hace unos 2,6 millones de años y duró unos 100.000.
ABC