Una bailarina permanece inmóvil mientras un brazo robótico blanco se levanta detrás de ella. Cuando comienza a moverse, otra extremidad blanca se une, creando una actuación en la que sus brazos biológicos y robóticos se mueven en una interacción sin palabras entre el ser humano y la máquina.
Mientras tanto, en un laboratorio de Tokio, un profesor universitario japonés se ríe cuando cuatro extremidades robóticas se mueven a su alrededor mientras él separa sus brazos humanos, luciendo casi como un arácnido biónico en un futuro distópico.
Masahiko Inami y su equipo de la Universidad de Tokio han creado un dispositivo de múltiples brazos portátil e intercambiable para explorar la interacción social entre múltiples usuarios de las extremidades robóticas.
Los “Jizai Arms”, llamados así por un concepto que denota la libertad de hacer lo que uno quiera, están compuestos por una unidad base portátil con enchufes para hasta seis brazos articulados.
“La característica principal de estos brazos no es solo dar a las personas más de dos brazos, sino poder quitarlos y unirlos para compartirlos con otras personas a través de los enchufes en la parte posterior”, dijo Inami, y agregó que en el futuro otros accesorios como alas o un dron podrían convertirse en realidad.
Una unidad base con cuatro brazos robóticos pesa aproximadamente 14 kilogramos y puede venir con una variedad de diseños de “manos”, como dedos como una mano humana o una garra de tres puntas.
Por ahora, los Jizai Arms se pueden controlar de forma remota manipulando una versión reducida de los brazos, moviendo la versión portátil en sincronización. Dos miembros del equipo de Inami maniobraron brazos separados de una unidad de control durante su reciente demostración a Reuters, mientras que su trabajo de investigación especificaba que en su estado actual, no existe una forma perfecta de controlar varios brazos simultáneamente.
El proyecto se inspiró en parte en el bunraku, una forma de teatro de títeres japonés tradicional, y en el cuento de terror del novelista japonés y ganador del Premio Nobel Yasunari Kawabata sobre un hombre que tomó el brazo de una mujer para pasar la noche con él.
En contraste con la visión de que los robots y la IA reemplacen a los humanos, el trabajo de Inami busca explorar cómo la tecnología puede funcionar como una extensión del cuerpo humano.
Inami cree que sus usos podrían variar desde la búsqueda y el rescate después de un desastre hasta nuevas formas de expresión artística, similar al bailarín que se mueve en concierto con la máquina.
“Quiero ver nuevos tipos de actuación usando el cuerpo, nuevas formas de arte que se crean. Me gustaría estimular la creatividad y acelerar su difusión en la sociedad. Ese es el tipo de mundo que quiero crear”, dijo. (Reuters).
Aristegui




