¿Y los chavos?

Néstor

Néstor “El Doogie” Olivares

En México no existe un sector demográfico al que más le pueda valer madre la política, que a la chaviza. Y no los culpo.

Según datos del INEGI (porque luego salen mamando que uno inventa cosas, no sean huevonazos y usen Google para confirmar los datos), de los casi 129 millones de pelados, peladas y pelades que hay en esta tierra del maíz, el nopal y Luis Miguel, aproximadamente un 30 % de ellos son considerados jóvenes, o como les dicen los políticos: un chingo de potenciales votos ¿el problema? convencerlos de votar por su proyecto.

Una cosa es cierta, los jóvenes son una fuerza importante en la dinámica social y económica, no solo de México, sino del mundo mundial, esto por medio de sus diversas acciones e interacciones, que a muchos, más que nada a la “vieja guardia”, les pueden parecer puras mensadas, como por ejemplo “estar pegados en el celular”, siendo que los servicios por plataformas digitales son una nueva manera de entretenimiento y aprendizaje, o “jugar el Nintendo” (así le dicen los mayores a cualquier videojuego), cuya industria actualmente es una fenómeno económico que mueve miles de millones de dólares en el mundo digital. Sin embargo estas nuevas interacciones a veces los mantienen alejados de los temas de importancia que suceden en la vida fuera del entorno de la virtualidad. Y es que de verdad comprendo es mucho más divertido realizar misiones cooperativas en un videojuego lleno de colores a estar escuchando una aburrida letanía de discurso político.

¿Por qué este valemadrismo juvenil hacia los temas que nos afectan a todos?

En primera tendría que mencionar la influencia que se puede tener de primera mano en el hogar, con unos padres que al ver las noticias comentan las frustraciones generadas por el gobierno y los actores políticos a quienes señalan de “ratas”, mañosos y todos los adjetivos que tienen un 85 % de sustento, según nos marca la experiencia.

Por otro lado, el absurdo desinterés de la clase política hacia los jóvenes, a quienes no ven más que un botín y herramienta en tiempos de campaña, teniéndolos como repartidores de volantes y souvenirs, matraqueros y bailarines de batucada a pleno sol y ya, siendo muy limitados los jóvenes que verdaderamente participan en la toma de decisiones al momento de formar las agendas que impulsarán los proyectos partidistas.

En mi experiencia, he sido partícipe y testigo de reuniones de planeación de estructuras de trabajo en campañas políticas ¿Qué es lo que abundan? Señores de 45 años para arriba en la toma de decisiones. ¿Neta en ellos recaen las estrategias para “jalar” a los jóvenes a la participación política? ¿Personas cuya preocupación es no agitarse caminando 3 cuadras queriendo influir en la mente de personas cuyo mayor interés es “perrear” lo más abajo posible en los antros cada fin de semana?  Aquí es donde también tienen la brillante idea de colocar como “líderes de los jóvenes” a personas que están más cerca de sacar la credencial de INAPAM que de tener el colágeno del rostro al 100. Ponerles un pastor a los tiernos borregos y así llevarlos a hacer bulto a eventos. Esa ya nos la sabemos.

Por otro lado, existen aquellos chavos que sí se interesan en la participación política, en donde caben aquellos que han entendido a la política como una manera de vivir y obtener beneficios de ello, algunos lográndolo y que ahí siguen, chupeteando del erario y aquellos con un legítimo interés de realizar cambios, que lamentablemente son pocos, algunos terminando absorbidos por los vicios de la polaca.

Pero de entre aquellos que logran irse metiendo en la dinámica política de los institutos políticos, hay pocos que logran llegar a los círculos más altos, aquellos que supieron moverse y sortear las mismas barreras que al interior evitan que avancen, que existan renovaciones necesarias. Como me decía un amigo “wey, es que no te dejan pasar, tengo 43 años y me siguen considerando “una joven promesa del partido” y así muchos casos, de ahí que en panorama político de México seguimos viendo a los mismos personajes de hace… ¡40 años! Poniendo como el mayor ejemplo a Alejandro Gertz Manero y Manuel Bartlett, a quienes la tierra ya los reclama.

Pero ¿cuáles son las características a considerar en los jóvenes para poder hacer la conexión necesaria? Entendámoslos como nativos digitales, lo cual les permite tener a la mano gran cantidad de fuentes de información; conocen lo que pasa en el mundo, ven ejemplos de cosas que suceden en otros países y en ocasiones cuestionan sí son posibles de aplicar aquí; tienen ideas de agendas que impulsan ideas novedosas que van acorde con la evolución de la sociedad, por ejemplo, la llamada “Ley Olimpia” impulsada desde el activismo de una joven afectada por la violencia digital.

Los jóvenes son una fuerza social y poder latente que puede que demuestren desinterés por las cuestiones políticas duras, pero que pueden realizar movilizaciones poderosas al ver situaciones en donde vean afectados sus intereses. Los grupos de poder lo saben y deben de tenerlo muy en cuenta, por ahí podemos citar casos como el “Halconazo”, Tlatelolco en 1968, la movilización por la huelga estudiantil de la UNAM en 1999 o el más reciente movimiento #YoSoy132, todos ellos teniendo a jóvenes como motor.

Por el momento generalizo al dirigir este texto al sector de jóvenes, que por así decirlo, podemos encontrar en núcleos urbanos y no por discriminar a los jóvenes que habitan las regiones rurales, pero de ellos quisiera tratar en otra ocasión, ya que caben dentro de otro demográfico que requiere su propio y puntual análisis.

Concluyamos esta verborrea señalando lo necesaria que es la participación juvenil en la vida política y pública de nuestro país y despertar en ellos el interés de ser activos constantes y no solamente de ocasión en cada periodo electoral. Creo que los equipos de trabajo de quienes se vislumbran para la contienda electoral de 2024 tienen un gran trabajo por delante, construyendo plataformas que generen la empatía necesaria en este difícil sector, que los dejen de ningunear, de verlos como mercancía o carne de cañón y que los convenzan de ser participantes en la construcción del México que les quedará a ellos cuando algunos de nosotros ya no estemos.

FB: El Doogie Olivares

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