Tiempo de lambiscones

Néstor

Néstor “El Doogie” Olivares

El juego político nos trae el inicio de precampañas y con ello otra inmamable plaga que debemos soportar: los lambiscones, o como diría mi abuelita, los “huelepedos”; una extraña raza que en tiempos electorales se reproduce como búlgaros en el yogurth casero de tu tía, la autonombrada coach de nutrición.

Y no me dejarán mentir, pero con eso de que ya empezaron formalmente, ahora sí las dichosas “precampañas”, la batalla por mostrar quién tiene la foto más chingona con un actor político que actualmente busca algún cargo, es como para negar el conocer a esa persona, aplicar el “wey, ni te topo”. O si no, vayan a darse una vuelta a sus estados de Whatsapp, las historias de Instagram o su muro de Facebook para comenzar a sentir pena ajena.

Y es que intento comprender que la frustración de la actual situación de esas personas, el querer mejorar su status laboral, la ambición de poder o el querer sentirse relevantes, son las principales motivantes que llevan a  muchos a realizar actos tan denigrantes como cuando Thalía personificada de Marimar tuvo que sacar del lodo aquella pulsera de oro. (Para los que no entiendan esta referencia, busquen en Google, neta que sirve para más cosas que checar el clima)

¿Pero de quién estoy hablando? Muy fácil, de aquellos “Godínez” de dependencia de gobierno que sienten la imperiosa necesidad de devolver el favor porque alguien les consiguió el puesto, gracias al cual pueden pedir a crédito en Liverpool o Coppel; o empleados de hermanos, primos o ahijados del cuasi-candidato en cuestión, en un afán de sobresalir y lograr crecer, no por méritos laborales, sino por su particular talento para ser grandiosos paleros.

Hablo de personas que amparándose en una supuesta gran y profunda amistad con el personaje (aunque su mayor nexo es que fueron compañeros en segundo de kínder), comienzan a enaltecer y secundarle todas las mensadas que diga, aunque de manera objetiva sean las cosas más pendejísimas que podamos escuchar, que insisto, buscan a punta de empujones, pellizcos y una que otra dedeada, hacerse de la foto nada más para publicarla y decir “aquí, apoyando al Lic.”, o utilizar los términos “mi líder”, “mi amigo”, solamente con el objetivo de darse sus ínfulas de persona importante, que son “de los que mueven gente”, aunque en realidad no sean trascendentes. Wey, o sea, yo no me tomo fotos ni con mis tías, ¿qué madres voy a andar peleándome por una foto con un vato que puede que en unos años termine fichado por la Fiscalía?

Ah, pero ni se nos ocurra criticar al personaje, porque es tal el grado de lambisconería y de interés personal, que no les importa intentar pendejearte, corregirte o decir “que estás mal”, poner en juego la relación que tengan contigo, sí, los tiempos electorales son tiempos de guerra, donde todo es válido cuando el objetivo es sobrevivir.

Irónicamente, la mayoría de estas personas son aquellas que a pesar de pasársela en el sol, yendo acarreados a eventos, agitar banderitas, madrearse con los de otro partido y casi tatuarse el nombre del personaje en la nalga, terminan por ser relegados a la hora de repartir el pastel, si es que se alcanzó el triunfo y si no, regresar con la vergüenza a seguir en lo suyo o ir buscando algo más, antes de que el hueso termine.

Sí, la temporada electoral ha iniciado formalmente y con ella muchas historias que nos demostrarán el nivel de denigración que se puede demostrar cuando la ambición es nuestro principal motivante.

¿Hablé de su interés por mejorar las condiciones del país? ¿Fortalecer la democracia? Claro que no, eso no cabe aquí.

FB: El Doogie Olivares

X: @eldoogie

Escucha nuestro podcast en Spotify:

https://open.spotify.com/show/4Q442aPCc5sOpq0sxIW4Vn