La democracia en México podría estar en riesgo si se consolida la red de medios afines al obradorismo, que según críticos, está siendo articulada desde el propio gobierno. En un reciente evento, celebrado el 30 de agosto, el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó entrever la construcción de un sistema de propaganda financiado con recursos públicos, que amenaza con limitar el libre flujo de ideas y la libertad de prensa en el país.
Lo que podría haber sido un acto legítimo si hubiese ocurrido en las instalaciones de Morena, se transformó en una señal de alerta al llevarse a cabo en un recinto oficial, donde el presidente validó el uso de recursos públicos para fines partidistas. La línea entre el partido y el gobierno parece haberse desdibujado, generando preocupación sobre el futuro de la libertad de expresión en México.
Este giro en la política de medios podría representar un retroceso de décadas en la relación entre la prensa y el gobierno. Si la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, sigue esta tendencia, se enfrentará a una singular regresión que podría marcar su mandato con una mancha histórica.
Los especialistas advierten que lo que hoy se presenta como una red de “medios alternativos” podría convertirse en un mecanismo de censura, disfrazado de pluralidad, pero con un claro sesgo partidista. La comunidad periodística y la sociedad civil deberán estar atentos a cómo evoluciona este tema, ya que podría definir el rumbo de la democracia y la libertad de expresión en los próximos años.




