Entre el mundo real y el de la imaginación.
Adriana Del Valle Garrido.
En un mundo donde la desinformación avanza a un nivel acelerado y donde la atención se centra en temas superficiales, se ha normalizado el compartir fake news que han sido diseñadas para crear cortinas de humo, distraer audiencias, desacreditar a lideres de oposición, desmoralizar ideologías o figuras en la política, manipular sociedades y así generar ventajas competitivas en procesos electorales. Lo más grave, es la veloz propagación de dichas noticias falsas, causando un impacto negativo en las conciencias de la sociedad, y generando opinión pública desinformada sobre temas de la agenda pública que son de trascendencia nacional e internacional.
Si la gente supiera realmente lo qué pasa detrás de los escenarios en la política, sería más cautelosa y selectiva al momento de consumir noticias, ávida en la búsqueda de datos y reflexiva a la hora de emitir sus opiniones.
Los escenarios que se vislumbran en un País en sus sistemas políticos, son previamente planificados y fríamente calculados, haciendo uso de instrumentos que permiten prevalezca durante largos periodos un partido en el poder, “la crisis actual de las campañas de desinformación incluye la “armamentización””1, dirigida intencionalmente hacia la ciudadanía, no de forma física, pero sí psicológica, con el objetivo de cambiar percepciones que permiten se vayan consolidando lealtades.
La comunicación, es la herramienta más poderosa de un gobierno, “… inherente a todo proceso público en el que se antepone la emocionalidad… a la racionalidad o resolución de un problema.” 2, lo que facilita moldear con facilidad realidades mentales, aunado a la falta de interés por indagar y comparar los mensajes emitidos, con investigaciones o estudios que arrojen datos y cifras.
De ahí parte la dualidad en la comunicación gubernamental, por un lado, la construcción de narrativas que tienen como finalidad generar estructuras sociales de homogeneidad ideológica, favoreciendo a los gobiernos en el poder, donde su objetivo es la sociedad permeable, aquella que les genere utilidades, y por el otro lado, se encuentra la paradoja de inmunidad recordando la biopolítica de Foucault, Esposito o Arendt; que surge a través de la comunicación que va estructurando conciencias bajo medidas coercitivas, a partir de mensajes de control que son compartidos, formando así criterios alternos a las realidades. Es ahí donde los sabios tienen un “deber para con el otro”3, de señalar que se hace uso legítimo de la fuerza. Parecido a lo que señala el libro La responsabilidad de los Intelectuales de Noam Chomsky, que menciona “se debe enfrentar la amenaza ideológica, protegiendo la dignidad del individuo contra el Estado.”4 No perder la capacidad de analizar objetivamente las situaciones y circunstancias que acontecen día a día en una Nación.
Las palabras emitidas por algunos actores políticos y capturadas por dispositivos electrónicos, se logran reproducir masivamente en medios de comunicación y redes sociales, quedando expuestos posicionamientos, que al poco tiempo se contradicen con los actuales, dejando en evidencia que los intereses partidistas, sesgos o afinidades políticas, se anteponen al bienestar social. Dice Jonathan Swift en el Arte de la mentira política que “La falsedad vuela, mientras la verdad se arrastra tras ella”5, en lo que perdura la falsa verdad, se logra seducir a las masas y cuando la amnesia se logra clarificar, ya es demasiado tarde.
La dimensión natural de lo político es el antagonismo; y en regímenes totalitarios, dictatoriales, autoritarios y socialistas, la tensión surgirá de quienes plantean prevalezca una democracia ante represivas medidas que forzarán a una regresión histórica de lucha de clases, donde el tema central es y será la desigualdad económica.
Creada la necesidad, brindan la solución, pero esta nunca será del todo satisfecha, sucede lo que con la alegoría de la caverna de Platón, solo se les mantendrá a las estructuras base con los insumos mínimos, hasta en tanto sigan generando rentabilidad al sector dominante para perpetuarse en el poder.
Todo aquello que tenga relación con la moral, se ha quedado desprovisto, lo que se traduce en que las tácticas de información, dosificadas en pequeñas cantidades, pero siempre constantes, han surtido sus efectos. Las teorías de Sun Tzu, Machiavelli y Darwin siguen más vivas que nunca.
No estaba errado Mill, al plasmar el papel de importancia que juegan en una sociedad los hombres cultos, quienes promueven una visión objetiva que disiente de una uniformidad de pensamiento, evitando caer en la conformidad de realidades que saben pueden ser perfectibles. Pero el intelecto no puede asir per se, una situación que requiere de estrategia política cuando se trata de “poder simbólico”6, pero sí, es capital necesario para producir estructuras que contribuyan a la prosecución de objetivos hacia nuevos paradigmas.
Fuentes de consulta.
1.- Corzo, E. Coord. (2019) REPORTE SOBRE LAS CAMPAÑAS DE DESINFORMACIÓN, “NOTICIAS FALSAS (FAKE NEWS)” Y SU IMPACTO EN EL DERECHO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN. Ciudad de México: Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Pág. 7. [consultado el 05/09/2024], en el enlace siguiente: https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/documentos/2019-11/Reporte-Noticias-Falsas-Impacto.pdf
2.- Ibidem. Pág. 10.
3.- Alarcón, S. (2023). Roberto Esposito: la biopolítica como dispositivo inmunitario. Revista Amauta, Vol. 21 Núm. 42 (2023): Julio-Diciembre. página 9 [consultado el 05/09/2024], en el enlace siguiente: https://doi.org/10.15648/am.42.2023.3904
4.- Chomsky, N. (1969). La responsabilidad de los intelectuales. Buenos Aires: Editorial Galerna. Pág. 25
5.- Swift, J. (2010). El arte de la mentira política ¿Es conveniente engañar al pueblo? Editorial Sol90. Pág. 49.
6.- Pierre Bourdieu describe “El Poder simbólico, poder subordinado, es una forma transformada-es decir, irreconocible, transfigurada y legitimada-, de las otras formas de poder… el trabajo de disimulación… de las relaciones de fuerza haciendo desconocer-reconocer la violencia que ellas encierran objetivamente, y transformándolas así en poder simbólico, capaz de producir efectos reales sin gasto aparente de energía”. Ver página 71 y 72 Bourdieu, P. (2009). Intelectuales, Política y Poder. Buenos Aires, Argentina: Editorial Universitaria de Buenos Aires.



