James A. Robinson gana el Nobel de Economía: Su análisis de la desigualdad y el futuro de América Latina

“Estoy un poco en shock, no lo esperaba”, confesó James A. Robinson tras ser galardonado con el Premio Nobel de Economía junto a Daron Acemoglu y Simon Johnson. Este trío de economistas ha sido reconocido por sus investigaciones sobre las diferencias en la prosperidad de las naciones y el impacto de las instituciones en la desigualdad, temas centrales en la agenda global actual.

Robinson, profesor en la Universidad de Chicago, ha dedicado más de tres décadas a estudiar cómo las instituciones políticas y económicas moldean el destino de las sociedades. Su obra, junto a Acemoglu, ha sido influyente en el análisis de por qué algunas naciones prosperan mientras otras se estancan en la pobreza. “Nos hemos enfocado en entender por qué el mundo está dividido entre países prósperos y pobres, y cómo esta brecha se mantiene a lo largo del tiempo”, explicó el economista.

América Latina: una región atrapada en la desigualdad

América Latina ha sido uno de los focos de investigación de Robinson, quien ha pasado años analizando las raíces profundas de la desigualdad en la región. Desde su trabajo en Colombia y otros países, Robinson ha subrayado cómo la herencia del colonialismo, la explotación de los pueblos indígenas y la esclavitud han dejado cicatrices duraderas que aún frenan el desarrollo. “Esas desigualdades se autorreproducen de muchas maneras en la actualidad”, comentó, apuntando que la pobreza y la exclusión son problemas sistémicos que la región no ha logrado superar del todo.

Aunque algunos países como Chile han hecho avances importantes hacia una mayor inclusión social desde el fin de sus dictaduras, Robinson advierte que otras naciones, como Venezuela y Argentina, siguen enfrentando grandes obstáculos. Para él, la clave está en construir instituciones inclusivas que permitan una mayor participación política y económica, algo que aún es una meta lejana para muchas naciones latinoamericanas.

La democracia en jaque por la desigualdad

Robinson también advirtió sobre las amenazas que enfrenta la democracia en América Latina debido a la creciente desigualdad. “A las personas en América Latina les prometieron que la democracia resolvería sus problemas, y obviamente eso no fue cierto”, dijo. La frustración con los sistemas políticos ha llevado a muchos ciudadanos a buscar soluciones en líderes populistas, poniendo en riesgo la estabilidad democrática de la región.

El caso de El Salvador y su presidente, Nayib Bukele, es un ejemplo claro de este fenómeno. Según Robinson, el ascenso de figuras como Bukele refleja el descontento social y la búsqueda desesperada de respuestas ante problemas crónicos como la inseguridad y la pobreza.

Un desafío global

Aunque Robinson ha centrado gran parte de su trabajo en América Latina y África Subsahariana, sus investigaciones tienen un alcance global. En su opinión, la desigualdad es un problema que afecta no solo a los países en desarrollo, sino también a naciones como Estados Unidos, donde la brecha entre ricos y pobres sigue ampliándose. “La desigualdad lo desafía todo. Es muy difícil tener una sociedad democrática cuando existen enormes niveles de desigualdad”, sentenció.

Para Robinson, el camino hacia un futuro más equitativo pasa por construir instituciones que incluyan a todos los ciudadanos y les brinden oportunidades tanto en el ámbito político como en el económico. Aunque el reto es enorme, su trabajo y el de sus colegas ha dejado claro que las soluciones están al alcance, si los líderes y las sociedades están dispuestos a actuar.

El Nobel de Economía de 2024 no solo reconoce décadas de investigación, sino también el imperativo global de enfrentar la desigualdad para construir un mundo más justo e inclusivo.

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