En un giro explosivo de la política comercial, el exsecretario de Economía, Ildefonso Guajardo, lanzó una advertencia contundente: Donald Trump es “tan disruptivo como predecible”, pero ahora llega a la mesa de negociación con un arma cargada, según sus propias palabras.
Hace apenas unos días, en una negociación de alto voltaje, la presidenta Claudia Sheinbaum logró posponer la amenaza de un 25% de aranceles a México. ¿El precio? La entrega de 10 mil efectivos militares para reforzar la frontera y combatir el tráfico de fentanilo. Un acuerdo de último minuto que muchos calificaron de jugada maestra. Sin embargo, Guajardo advierte que este aplazamiento no es más que una pausa momentánea en una confrontación que se avecina.
El exsecretario revela que Trump, impulsado por su afán de dejar una marca imborrable en la historia y sembrar incertidumbre, buscará usar los aranceles como arma para desincentivar la inversión en México. “Está recargado y muy autosuficiente; más vale que el mundo se entere de que hay un nuevo jefe”, sentenció, recordándonos que detrás de cada jugada se esconde una estrategia calculada para alterar el tablero económico.
Pero no todo es cuestión de amenazas en la frontera. Guajardo también puso en el tapete un tema crucial: la falta de negociadores técnicos en el actual equipo de Washington. Durante la gestión anterior, figuras como Robert Lighthizer, a pesar de sus roces, aportaron la experiencia necesaria para sostener conversaciones serias. Hoy, sin ese respaldo profesional, el camino se vuelve aún más incierto.
Ante este escenario explosivo, el exsecretario aconseja a México responder de manera estratégica y selectiva, evitando devolver el golpe de forma directa en sectores vitales como el automotriz —industria que representa una parte esencial del comercio bilateral— y apuntando a productos que puedan ser sustituidos sin causar tanto daño.
La tensión en la frontera y en las salas de negociación se siente en el aire. Mientras Trump juega con la incertidumbre para desestabilizar a su principal socio comercial, México se ve obligado a maniobrar con cautela y astucia para proteger una economía que depende en gran medida de sus exportaciones a Estados Unidos.
Con el telón de fondo de un escenario internacional en constante cambio, la nueva “guerra arancelaria” promete ser el próximo gran capítulo en una historia de estrategia, poder y negociación. ¿Estará México listo para enfrentar la embestida de una diplomacia arancelaria cargada de sorpresas? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: el juego está lejos de terminar.
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