La guerra contra el fentanilo ha entrado en una nueva fase. La presión de Estados Unidos sobre el gobierno mexicano ya ha generado reacciones dentro del Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas y señaladas como principales responsables del tráfico de este opioide sintético.
Pero la crisis del fentanilo no solo afecta a EE.UU.; también ha encendido alarmas en Canadá. Tras conversaciones con Donald Trump, el primer ministro Justin Trudeau designó a Kevin Brosseau como el primer “zar del fentanilo” para frenar el avance de esta droga en su país.
Un reportaje publicado en Le Journal de Montréal reveló que el fentanilo producido en México ya está inundando las calles de Quebec y Montreal. Un integrante del Cártel de Sinaloa, identificado como “Pablo”, admitió que dentro del grupo criminal hay miedo, tanto por la letalidad del fentanilo como por la creciente presión de EE.UU.
“El cártel tiene miedo porque la represión contra las drogas viene de Estados Unidos”, confesó Pablo, quien se cubrió con pasamontañas y gafas oscuras para evitar represalias.
A pesar de esto, el negocio sigue siendo demasiado rentable para detenerse. Los precursores químicos llegan desde China, pasando por Rotterdam antes de arribar a México, donde en laboratorios clandestinos se pueden producir hasta 100 mil pastillas cada dos horas.
El gobierno de Trump ha advertido que tomará medidas más drásticas si México y Canadá no refuerzan su lucha contra el tráfico de fentanilo. Entre estas acciones se incluye la posibilidad de designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, lo que abriría la puerta a intervenciones más severas en su contra.
La batalla por el control del fentanilo apenas comienza, y las repercusiones podrían cambiar el panorama del crimen organizado en Norteamérica.
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