La maldición de Cuauhtémoc…

Rip Van W.

Sabemos Cuauhtémoc fue el último “tlahtoani” independiente de México-Tenochtitlan y que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fue uno de los constructores de la democracia que en México se cristalizó [o al menos así lo creímos muchos] en el año 2000 con el triunfo del panista Vicente Fox.

Pero después de eso, pareciera que hubiera una maldición sobre tal nombre porque en las filas del antes llamado “partidazo”, el PRI, hubo un personaje llamado Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre que si no me falla la memoria se encuentra preso, entre otras induras porque, como buen priista, al estilo de Alito, repartía candidaturas, diputaciones y regidurías con base en los mérito sexuales de las aspirantes [por lo que continuaría detenido por delitos relacionados con la trata de personas].

Pero, como lo que criticas en tu casa lo has de tener, pues el partido morena [al que podríamos bien llamar en honor a Eduardo del Río, “Rius”: el nuevo partidazo] también tiene su propio Cuauhtémoc…

Me refiero al famoso futbolista Cuauhtémoc Blanco [que como político resultó ser un gran entrenador], quien además de gozar de la amistad de los más destacados narcotraficantes de su estado y región; aunado a que dejó su estado hecho un “cochinero”, es señalado por su media hermana de intentar violarla.

Entre tantas cosas bizarras que hemos vivido en tiempos del PRI y del PAN, ahora con los militantes del partido morena [que en su mayoría pasaron por el PRI y por el PAN y que solo se cambiaron de camisa para poder seguir pegados a la ubre presupuestal], escurren el bulto muy fácilmente diciendo cosas como “los del PRI eran más morbosos”.

Pero lo cierto es que ante una acusación de la naturaleza de las que gravitan sobre la espalda del famoso “Temo” Blanco, en muchos lugares del mundo ya se le hubiera obligado a renunciar. Pero, en el México del bienestar, a personajes de la talla de Cuauhtémoc Blanco o Félix Salgado Macedonio, se les admira y protege.

Que hayan defenestrado al Fiscal de Morelos por pretender perseguir al probable violador me parece algo tan fuera de lugar que me hace pensar y preguntarme: ¿qué necesitamos los mexicanos para despertar de esta pesadilla en la cual vivimos?

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