La confrontación entre Washington y Caracas escaló a un nuevo nivel. El director de la DEA, Terry Cole, lanzó una acusación demoledora: Venezuela se ha convertido en un estado narcoterrorista que trabaja de la mano con el ELN y las FARC de Colombia para enviar cargamentos históricos de cocaína a los cárteles mexicanos, que luego inundan Estados Unidos.
“Siguen enviando este veneno que mata a cientos de miles de estadounidenses”, advirtió Cole en entrevista con Fox News, sumando al señalamiento la participación de el Tren de Aragua, organización criminal venezolana que ya opera en varias ciudades de EE.UU.
El funcionario reveló que en lo que va de 2025 han incautado más cocaína que en años anteriores, además del aumento del fentanilo y metanfetaminas, drogas que, dijo, “están destruyendo las calles de Estados Unidos”.
Estas declaraciones no son casuales: llegan después de que la Casa Blanca advirtiera que está lista para usar “todo su poder” contra el narcotráfico, justo cuando tres buques con 4 mil soldados se despliegan en el Caribe, a escasos kilómetros de las costas venezolanas.
Caracas reaccionó acusando a EE.UU. de “provocaciones militares” que ponen en riesgo la paz de la región. A la condena se sumaron Cuba, Bolivia, Nicaragua y Colombia, cuyo presidente, Gustavo Petro, fue contundente:
“Una invasión a Venezuela la convertiría en otra Siria y arrastraría a Colombia a un nuevo conflicto”.
La disputa coloca al continente en un terreno explosivo: mientras Washington habla de “lucha antidrogas”, para los críticos se trata de una antesala de intervención militar contra Nicolás Maduro.
👉 La pregunta que ya retumba en la región: ¿guerra contra las drogas… o guerra contra Venezuela?
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