Carlos Morales Tapia
La plenitud del pinche poder
-Fidel Herrera Beltrán
El polémico ascenso de “Nachito” de Jesús Altamirano Cantell
¡Por fin! el heredero de la “dinastía” Altamirano, se luce otra vez en el escenario público. Ignacio de Jesús Altamirano Cantell, mejor conocido como “Nachito”, no es cualquier político emergente: es el hijo consentido del respetado (¿o debería decir cuestionado?) Ignacio Altamirano Marín, y un ejemplo viviente de que, en Veracruz, los apellidos pesan más que el talento o la honestidad.
La carrera de “Nachito” ha sido un verdadero “culebrón” de alianzas familiares y servicios a la causa de sus padrinos políticos. Primero fue el amigo y compadre de Fidel Herrera Beltrán, aquel gobernador que pintó la entidad de corrupción hasta las paredes.
Luego, una vez exprimido ese jugoso manantial, se hizo tapete persa del clan Nahle –especialmente de Norma Rocío Nahle García, nuestra actual gobernadora y, quién lo diría, todopoderosa protectora de este personaje.
Antes de aterrizar en la cima de la Oficina de Representación del ISSSTE en Veracruz, “Nachito” tuvo que sufrir tortuosamente varios intentos fallidos en el sector privado. Por suerte para él, la política familiar le abrió las puertas al jugoso mundo de los recursos públicos no fiscalizados.
Y ¡oh sorpresa! Su estilo de vida explotó como estrella de telenovela de medio día: colegiaturas de sus hijos, pagadas en efectivo y sin explicación, mansiones, autos de lujo y empleo para toda la parentela.
Puestos como Director Administrativo en la SIOP y Jefe de la Unidad Administrativa en SECOM no fueron un premio al mérito, sino al compadrazgo y al acomodo. Ahí se reportan despidos exprés de trabajadores incómodos, mientras que “favorcitos” para familiares y allegados eran pan de cada día. Un festín burocrático, vaya.
Ahora, con el título de “gran jefe” del ISSSTE Veracruz, su historia adquiere tintes aún más turbios. Denuncias de corrupción institucional y omisiones que dejan a los derechohabientes a la intemperie abundan, aunque claro, la complicidad de sus incondicionales mantiene su trono a salvo.
¿No es ese el poder verdadero?
El poder que nadie ve pero que mueve todos los hilos a su antojo.
¿Recuerdan el comercial de la tarjeta de crédito?
¡Todo con el poder de su firma!
No podemos olvidar, para no dejar nada en el tintero, que “Nachito” tuvo la brillante idea de “renunciar” a un cargo bajo el pretexto de «problemas de salud» y un incipiente –y muy peculiar– furor por la “industria del entretenimiento para adultos”. Sí, la fama de “porn star” amateur también es parte del currículo que nunca cuenta en sus biografías oficiales, por aquellos tiempos en los que, Elizabeth Morales anduvo por el ISSSTE.
Curiosamente, ahora que ha “regresado por su fuero”, esperamos con cierta ansia, un segundo video show en sus oficinas del ISSSTE, a menos – ¡Claro!- que haya aprendido la lección, porque, aquella situación de andar detrás de las muchachas -viejos vicios del poder – a cambio de otorgar plazas, puestos o simplemente, dejar bien acomodada a la gente, por su “buen trato” con el sindicato de base ¡Sigue teniéndola muy arraigada en su ser!
Por si quedara alguna duda, su nombre sigue apareciendo en campañas políticas recientes, demostrando que aunque cambie el escenario, él siempre tiene un papel —aunque sea de villano o comparsa— asegurado.
En suma, el caso Altamirano Cantell es la prueba viva de que en Veracruz existen más redes que méritos, más lanas malhabidas que resultados, y que el “tú me apoyas, yo te protejo” sigue siendo el deporte favorito en los pasillos del poder.
¿Todo esto por un “buen muchacho”? Mejor no nos engañemos: en Veracruz, “Nachito” es sinónimo de nepotismo, clientelismo y negocios turbios, con una sonrisa cómplice para la galería y el bolsillo bien acomodado bajo la mesa…
Imagínese cual…!
A su consideración.
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