El Primer Informe de Gobierno de Claudia Sheinbaum fue tan blindado que parecía un acto para una élite y no para el pueblo. Mientras la presidenta hablaba desde Palacio Nacional, afuera reinaban las camionetas de lujo, los cercos policiales y el enojo ciudadano.
Más de 300 invitados —entre políticos, empresarios y funcionarios— entraron sin obstáculos al recinto, pero en las calles el panorama fue otro: bloqueos, cierres viales y desplazamientos forzados para comerciantes, turistas y capitalinos que solo querían cruzar el Centro Histórico.
“Creo que el pueblo necesita más que andar en esas camionetas tan lujosas”, dijo una visitante que observó el paso de los vehículos blindados. Otros fueron más tajantes: “Todo esto es un show”.
El operativo incluyó elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y del Ejército, dejando claro que la prioridad no era la movilidad de la gente, sino garantizar un informe presidencial entre muros, vallas y escoltas.
En contraste con el discurso oficial de cercanía con la ciudadanía, el mensaje que quedó en las calles fue otro: la política se blindó, y el pueblo quedó afuera.
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