En lo que representa el golpe más grande contra el robo de combustibles en Guanajuato, fuerzas de seguridad mexicanas aseguraron un predio donde se almacenaban más de 1.6 millones de litros de hidrocarburos robados, una cantidad valuada en unos 30 millones de pesos.
El megaoperativo, ejecutado sobre la carretera Silao–San Felipe, destapó una red clandestina de almacenamiento y distribución que operaba con precisión industrial. En el lugar se localizaron nueve enormes tanques, algunos con capacidad de hasta un millón de litros, además de pipas, tractocamiones, equipos de bombeo y mangueras de alta presión.
La escena, documentada por las autoridades, parecía más una refinería paralela que un simple punto de almacenamiento. “Era una operación perfectamente montada”, reconoció un agente involucrado en el operativo.
Aunque no hubo detenidos, la Fiscalía ya mantiene bajo resguardo los vehículos y equipos incautados, mientras continúa la investigación para identificar a los responsables. Todo apunta a una red bien estructurada con alcance regional.
El gobierno estatal informó que la acción fue posible gracias a denuncias ciudadanas y trabajos de inteligencia que permitieron obtener una orden judicial de cateo. Las pruebas presentadas revelaron un patrón de movilización constante de combustible, lo que encendió las alarmas de las autoridades.
Este aseguramiento no solo pone en evidencia la magnitud del huachicoleo en Guanajuato, sino también la capacidad de las redes criminales para operar a gran escala, con tecnología, logística y recursos que poco tienen que envidiar a las empresas formales.
Con este decomiso histórico, el mensaje del Estado es claro: el robo de combustible sigue siendo una de las batallas más duras y silenciosas del país, una que combina crimen organizado, corrupción y omisiones institucionales.
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