Después de 43 días de parálisis política, el gobierno de Estados Unidos volvió a funcionar. El presidente Donald Trump firmó anoche el acuerdo bipartidista que pone fin al cierre gubernamental más largo en la historia del país, una crisis que dejó a más de 1.3 millones de empleados federales sin salario y al país al borde del colapso administrativo.
“Es un honor firmar este increíble proyecto de ley y lograr que nuestro país vuelva a funcionar”, declaró Trump en el Despacho Oval, intentando mostrarse conciliador. Pero su tono cambió enseguida: acusó a los demócratas de haber cometido una “extorsión política” que, según él, mantuvo a la nación en vilo por más de seis semanas.
El acuerdo, aprobado en la Cámara con 222 votos a favor y 209 en contra, garantiza la operación de las agencias federales hasta el 30 de enero próximo. Entre los puntos clave del pacto se incluyen más fondos para la Patrulla Fronteriza y los servicios migratorios, así como recursos para hospitales de veteranos y programas alimentarios infantiles.
Trump, fiel a su estilo, aprovechó el momento para volver a atacar el Obamacare, prometiendo trabajar en “algo mejor” en materia de salud pública, uno de los temas que desató el bloqueo legislativo.
Sin embargo, el regreso a la normalidad política se vio opacado por un nuevo escándalo: durante la ceremonia de firma, Trump fue interrumpido por un reportero que le preguntó sobre los documentos recién publicados del caso Epstein. El mandatario, visiblemente molesto, evitó responder y la prensa fue desalojada del Despacho Oval.
Mientras los trabajadores federales regresan hoy a sus empleos y los aeropuertos intentan regularizar miles de vuelos atrasados, Estados Unidos respira, pero con resquemor. Trump logró apagar un incendio político… justo cuando otro empieza a arder.
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