La comedia mexicana amaneció de luto tras confirmarse la muerte de Eduardo Manzano, actor, comediante y figura imprescindible del humor televisivo durante más de seis décadas. Tenía 87 años. Su hijo, Lalo Manzano, dio a conocer la noticia con un mensaje cargado de dolor y gratitud, desatando una ola inmediata de reacciones en el mundo del espectáculo.
Manzano, inmortalizado como “El Polivoz”, fue parte fundamental de la cultura popular mexicana. Su talento desbordante, su voz única y su capacidad para transformar la cotidianidad en risa lo convirtieron en un referente indiscutible. Desde sus inicios como imitador de voces hasta su consolidación en el legendario dúo Los Polivoces, junto a Enrique Cuenca, marcó una época en la televisión con personajes que aún hoy forman parte del imaginario colectivo.
En tiempos recientes, volvió a conquistar al público gracias a su entrañable interpretación de Don Arnoldo López en Una Familia de Diez, donde se mantuvo vigente y presente para nuevas generaciones que descubrieron en él un humor cálido, cercano y profundamente humano.
De acuerdo con su familia, Manzano había enfrentado un deterioro de salud propio de su edad. Aunque en años anteriores superó complicaciones médicas, su condición se agravó en meses recientes. Los detalles sobre su fallecimiento y servicios funerarios no han sido dados a conocer; la familia ha pedido privacidad mientras recibe el cariño del público.
La noticia ha despertado un masivo homenaje espontáneo en redes sociales, donde colegas, actores, escritores y fanáticos han compartido recuerdos, escenas memorables y mensajes agradeciendo décadas de risas. La comunidad artística lo reconoce no solo como un comediante brillante, sino como un trabajador incansable y un ser humano generoso.
Eduardo Manzano deja tras de sí un legado monumental: una carrera plural que abarcó teatro, radio, cine y televisión; personajes que definieron la identidad humorística de un país; y una trayectoria que inspiró a comediantes y actores que hoy lo consideran maestro. Su partida baja el telón de una era dorada, pero sus risas —esas que cruzaron generaciones— continúan resonando en cada pantalla, en cada memoria y en cada hogar mexicano.
La comedia nacional despide hoy a uno de sus más grandes pilares. Eduardo Manzano no se va: se queda en el eco de cada carcajada que él ayudó a construir.
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