Si el viejo viviera

Abel Domínguez Camacho

Me enseñó el amor a la vida diciendo, “quiero vivir 100 años aunque sea en silla de ruedas”, fue llamado a cuentas a los 85 en el 2007.

Crecí escuchando esa expresión en voz del viejo, yo me decía, desde entonces, con la infancia y juventud tan dura y la chinga que se pega actualmente, ¿Cómo es que quiere vivir 100 años? Nunca se lo expresé personalmente, con el paso de los años y su ejemplo aprendí el amor a la vida, la vida de trabajo, de compromiso con su gente, familia y el entorno; aprehender el trabajo como parte de tu cotidianidad, de tu pasión diaria por la vida , para no tener que decir: “La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado”.

Cuando le cayó la requisa de los muelles de Veracruz algunos de sus compañeros y amigos maniobristas y estibadores se fueron abajo, un par de ellos se suicidaron; el viejo lo asumió con filosofía y, hasta previo a su dolorosa convalecencia, se ponía de pipa y guante, así decía mi viejo, para hacer su recorrido, solía decirle a la jefa: “voy a ver a la palomilla, regreso”, eso era todo; la visita de solidaridad con el grupo de jornaleros del muelle que se habían instalado, desde la requisa, en una especie de protesta permanente. Primero el lecherito en el café La Merced, cerca del parque Zamora, allí hacía negocios el hombre que solamente cursó segundo de secundaría y nos decía, dólares te presto, dólares me pagas, ese era el viejo, si viviera chingaos.

¡Si viviera¡ es como el hubieras que siempre he rechazado.

Dejó de ser productivo para la economía gracias a la requisa y muy cerca de su pensión por edad. Como él, una gran cantidad de adultos mayores, hombres y mujeres mayores de 60 años dejan de contribuir a la productividad nacional, ya no aportan a la hacienda pública, esos que no pueden evadir impuestos, esos cautivos; adultos mayores que representan un incremento en el gasto social a través de la pensión y del servicio médico y medicinas…aún queriendo, no siempre es posible que se reinserten en la economía, la edad, la modernidad y la ausencia de políticas públicas incluyentes.

El envejecimiento de la población pasó de ser un problema exclusivo de la familia a una situación preocupante para los gobiernos, especialmente en aquellos países que se caracterizan por la inversión de la pirámide poblacional, México no es la excepción. Lamentable resulta que solamente se les mire desde la óptica electoral en algunos países.

Dije que asumió con filosofía la requisa pero siempre echó pestes de CSG, creo que sería un fiel seguidor de; no se expresaba bien de Fidel, “la iglesia y el comunismo se puede ir mucho a la…” solía decir, previo a su muerte y ante tanto sufrimiento, le pidió al Señor que se lo llevara y le cumplió, por cierto ya no alcancé a verlo con vida y decirle cuanto lo amaba, mi viejo.

Desde los muelles de Veracruz fue un observador de los lujos en la oficina de la presidencia, entre otras, y compartió con los ocupantes de la silla presidencial los mejores vinos, licores y latería, decía. La desigualdad social mexicana no pasó desapercibida para él, solidario con los que menos tenían de su entorno, sin ser religioso, siempre supo lo que era hacer la caridad quitándose la camisa, dando cuando no tenía, apoyando sin ser visto, sigilosamente sabía tender la mano sin que terceros se dieran cuenta, resolvía sin aspavientos.

Si el viejo viviera yo no estaría escribiendo esto, pero si el viejo viviera le pediría perdón y le diría, gracias te amo.

PD. Perdón por la licencia; curiosamente ayer la jefa cumpliría 93 años y yo escribiendo sobre el viejo, eso nos enseñó ella, a querer al viejo cabrón.