Ausencias

Sergio Aguayo

El secuestro de Alejandro Vera y María Elena Ávila Guerrero en Morelos, muestra las luces y las sombras de la estrategia de seguridad federal.

Las autoridades federales y estatales encargadas de combatir el secuestro, hicieron un excelente trabajo al rescatar con vida, en menos de 36 horas, a Alejandro y a María Elena. La fiscal antisecuestros de Morelos, Adriana Pineda, me explicó en una conversación telefónica, la evolución del operativo de rescate realizado por el Grupo de Fusión, Unidad Especializada en Combate al Secuestro en Morelos, que funciona bajo su mando desde 2014. Por razones de espacio, difundiré el texto de la conversación de manera separada.

Dada la vapuleada sufrida por la estrategia de seguridad, hubiera sido lógico que salieran a presumir un trabajo muy bien hecho. En lugar de ello, las autoridades federales y estatales adoptaron por un hermetismo incomprensible en un gobierno de Morena, el partido de las mañaneras. Aventuro algunas hipótesis sobre el significado de esas ausencias.

El gobernador de Morelos es Cuauhtémoc Blanco, un candidato postulado por el Partido Encuentro Social (PES) y Morena. El “Cuau”, como también se le conoce, fue un candidato muy popular, pero con escasa experiencia en política, medios y grandes problemas nacionales. En mayo de 2018, Jacobo García publicó en El País, una descripción precisa del “Cuau” en campaña: “hace seis meses no hablaba en público, pero empezó a ver videos de López Obrador y a seguir su método: pocas ideas, muchas veces repetidas”.

Cuando ganó la gubernatura se fue al extremo opuesto, porque hablar sobre el acontecer diario, requiere información e interpretación. Ejercicios complicados y riesgosos. Reaccionó envolviéndose en sudarios de silencio; pocas veces atiende a los medios y solo asiste a los eventos indispensables. Delegó el ejercicio del poder formal en el jefe de la Oficina de la Gubernatura, José Manuel Sanz Rivera y el informal, en su medio hermano Omar, quien según múltiples versiones públicas, va quitando y poniendo funcionarios, mientras -dicen- cobra moches.

El resultado es un desgarriate observable en la política de comunicación sobre el secuestro. Quien informó a los medios sobre el secuestro fue Sanz, quien había sido excluido de la mesa de seguridad, desde el 9 de octubre; Blanco sólo envió un tuit después de la liberación, expresando su “reconocimiento a las autoridades” pero sin dar una sola conferencia de prensa.

El secuestro y las ausencias son reflejo del abandono en el que tienen a la ciudadanía. En Morelos se respira miedo. Según el último ENVIPE (2019) del INEGI, el 80 por ciento de la población teme “viajar por carretera a otro estado o municipio”. Alejandro y Mariela lo hicieron a las 9 de la noche, iban por una autopista de paga. Puede entenderse que ese día y a esa hora no hubiera patrullaje por ese camino. Es incomprensible el silencio sobre la banda operando en esa zona.

En una revisión de las páginas estatales y federales, no se orienta a la ciudadanía con un mapa de riesgos actualizado permanentemente. Difunden, eso sí, tuits bien “ñoños”. Seleccioné el siguiente de la Fiscalía de Morelos: “NO vincules tus redes sociales personales a las cuentas electrónicas de tu trabajo, puedes ser víctima de extorsión”. Minimizan la gravedad de la inseguridad, para no generar pánico social. Como el recelo es permanente, la ciudadanía desamparada crea grupos en WhatsApp para informarse y viajar por carretera, con un relativo control, porque para entrar al chat, alguien debe recomendarlo.

En Morelos son palpables las carencias en la estrategia de seguridad. La indiferencia del gobierno federal hacia el desgarriate creado por tres gobernadores, abre enormes espacios a la delincuencia y eso se refleja en las encuestas de opinión, en los hábitos y en cualquier conversación. El presidente y Morena tienen la responsabilidad de controlar a un gobernador ligado a su partido y de hacer más eficiente su gobernar. En lugar de empeñarse en gobernar con eficacia, se ofenden e indignan cuando se les señalan sus errores y omisiones. Bien por la manera cómo resolvieron el secuestro, mal por ese ocultamiento de información indispensable. En Morelos no funciona su estrategia de seguridad.

@sergioaguayo

El Siglo de Torreón