Delincuencia con uniforme

Roberto Valerde García

Me lo cuenta un trabajador del volante de Xalapa, al que llamaré Teofilito, un hombre de aproximadamente 68 años.

Hace unas semanas decidió comprar un automóvil nuevo para sustituir a su taxi de modelo atrasado. Él es propietario de la concesión y eventualmente salía a trabajar como chofer.

Aquella fue una de esas pocas noches en las que decidió salir a ganarse el sustento. Le hacen la parada dos masculinos en la avenida Lázaro Cárdenas, le preguntan cuánto les cobra por llevarlos a Banderilla y convienen la carrera por 50 pesos.

Ya en el municipio de #Banderilla, a la altura de la Calera, le dan alcance tres patrullas de #Sspveracruz y le cierran el paso, se bajan los elementos policiacos, con violencia y palabras altisonantes bajan a los pasajeros, los golpean, a don Teofilito también le piden que descienda de la unidad y por alguna “extraña razón” pierde el conocimiento.

Los hechos habrían sucedido alrededor de las dos de la madrugada.

Horas más tarde, Teofilito despertó a las afueras del estadio de los Tuzos, en Pachuca, Hidalgo, sin su automóvil, del que no volvió a saber nada hasta el día de hoy.

Unos días después, por abajo de la puerta de su domicilio, alguien fue a dejarle las placas del taxi, es decir, el objetivo habría sido robar el automóvil nuevo y, devolverle las láminas podría entenderse como dejarle entre líneas un mensaje subliminal: “sabemos dónde vives”, quizá para intimidarlo.

Por el contrario, don Teofilito presentó formal denuncia ante la Fiscalía general e identificó a cinco de los policías que aquella madrugada se llevaron su unidad, casi recién salida de la agencia.

Se trata de un automóvil compacto con valor comercial de 190 mil pesos.

Los malos policías fueron detenidos y entonces hasta su casa llegó la esposa de uno de ellos -esto confirma que sí sabían donde vive- para ofrecerle 50 mil pesos a cambio de retirar los cargos contra su marido y él le dijo que se retractaba de la denuncia si le pagaban su automóvil.

Al día siguiente llegó la esposa de otro policía con la misma propuesta y tampoco llegaron a un arreglo.

Teofilito les dijo que platicaran entre ellas y que juntaran 150 mil pesos, que de esa manera podían lograr un acuerdo.

Las mujeres ya no regresaron y Teofilito sigue sin su automóvil. Dice que después de bajarse de su taxi, aquella noche ya no recuerda nada, que no lo golpearon, pero está seguro que de alguna manera lo durmieron en segundos y lo fueron a tirar a Pachuca.

De los dos pasajeros, no sabe qué pasó con ellos.

Cuando me platicó su pesadilla, yo no podía dar crédito, tres patrullas oficiales, al menos media docena de policías, uniformados, con placa, con armas de cargo, rompiendo las reglas, delinquiendo en horarios de servicio, ¡Por Dios!

¿En manos de quiénes está nuestra seguridad y la de nuestras familias? La pregunta está en el aire…Usted dirá.