Esta columna no habla del coronavirus

Nunca había querido estar tan equivocado como lo estoy hoy.

No tiene sentido escribir más sobre esta pandemia, el que entendió no necesita más y los que no han entendido, no habrá forma de que entiendan.

Hay un asunto que me causa cierta inquietud, las encuestan han estado reportando una caída lenta, pero constante, de la aprobación del Presidente López Obrador, que en las últimas semanas se ha acelerado, hasta tenerlo hoy día en poco menos del 50%. Es decir, ya más de la mitad de los mexicanos no están de acuerdo con su gestión en este momento.

No me sorprende que un gobernante reporte una caída en su aprobación, es lo normal, después de todo ser gobierno desgasta, más con las controvertidas acciones que le hemos visto en estos meses. Lo que me extraña es que no hay nadie en la oposición que saque partido de esta caída, se trata de poco más de 30 puntos porcentuales, que no son poca cosa.

Además, vienen meses muy difíciles para el gobierno, no hay forma de evitar el costo político que va a tener la pandemia y la crisis económica en la Cuarta Transformación. El vacío presidencial es muy grande, que López Obrador haya decidido delegar la responsabilidad de la Declaratoria de Emergencia Sanitaria al Canciller Ebrard y al Subsecretario López Gatell, asumiendo que así no tendrá mayor responsabilidad de las repercusiones de esta medida, es, por decir lo menos, una absoluta negligencia del presidente.

Alguien debería explicarle que gran parte de sus estrategias mediáticas ya se agotaron, las conferencias mañaneras son un exceso, van más de 350 y sumando. Debemos pensar que muchos lideres mundiales llevan varios años en el poder con una fracción de esa exposición mediática. Jalar la atención en momentos complicados hacía temas irrelevantes funcionó al principio, ahora ya no jala la nota, él mismo se está convirtiendo en la nota irrelevante.

Rescatar esos puntos perdidos en la aprobación en medio de la crisis sanitaria y económica se antoja una tarea muy complicada, más bien, puede ser que baje un poco más aún. Ya no tiene a las benditas redes sociales de su lado, se acabó esa increíble caja de resonancia, la malgastaron en simples temas del día a día.

Es el tiempo de los políticos con agenda ciudadana. No de los oportunistas, me refiero a los que puedan leer las circunstancias y logren dibujar con un poco de claridad el México después del Covid19, que será un país muy diferente, como lo he mencionado en este espacio. Estos políticos, deberán tener un discurso con propuestas desde y con la sociedad. Abrir el horizonte de las posibilidades y comprender y comunicar de una vez por todas que los problemas complejos no tienen soluciones sencillas.

En cuanto a la Cuarta Transformación, está ya no será, posiblemente sea otra cosa, pero cuarta y transformación ya no. López Obrador tenía el diagnóstico claro y muy nítido de los problemas de México: corrupción, mafia del poder y violencia. De esto no hay duda, fue el que en todos estos años recogió y tuvo la capacidad de transmitir sus propuestas a la sociedad. El fracaso como gobierno fue que creyó que la sencillez con la que expresaba los problemas en la plaza pública sería el mismo que le tomaría para resolverlos.

El mundo está en un proceso de cambio vertiginoso que López Obrador no ha sido capaz de descifrar, él se encuentra mentalmente en plena guerra fría, lo que entiende tiene décadas que dejó de existir, lo vimos en su intervención en el G20.

La realidad no se puede evadir, solo existen dos alternativas para enfrentarla, rectificar o victimizarse. Si rectifica, espero que sea pronto, si decide victimizarse, ya nos llevó el carajo a todos. El discurso de la victimización es el que ha sostenido un régimen como el cubano por más de 60 años.

Espero que no le hablen al oído los emisarios del pasado y lo convenzan de regresar con todo al México autoritario. Ese México que ya más de la mitad no queremos.

 

Jorge Flores Martínez

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