¿Nuevo pacto?

Abel Domínguez Camacho

“[…] el federalismo es una forma de gobierno dinámica que presenta una fuerte capacidad de transformación y de actuación al desenvolvimiento de las regiones y del país, visualizables tanto en la tensión como en la colaboración entre las dos esferas: la federal y la de los estados. De allí que en la dimensión institucional no pueda ser la única capaz de permitirnos comprender las diferencias y similitudes de las diferentes experiencias federales obligándonos, por lo tanto, a tratar de establecer una mejor correlación entre la dimensión institucional y la política y entre esta última y la social”[1]

Una forma de gobierno dinámica no escapa de las necesidades intrínsecas de cambio, el desarrollo lógico de la sociedad empuja forzosamente hacía la transformación, hacía el progreso, un cambio permanente. En la economía mexicana son muchos los actores que empujan ese cambio, desde la perspectiva del federalismo son las entidades federativas y los municipios, los que responden a las exigencias y necesidades de las sociedad allá abajo y, es totalmente entendible y pertinente que la relación de éstos con la instancia federal evolucione permanentemente, de acuerdo a las circunstancia y época, en atención a las necesidades de crecimiento y desarrollo de la economía.

Ciertamente la federación, los estados y municipios son los que dan forma al federalismo, sin embrago, dista mucho de comprenderse su dinámica si no se consideran los demás actores de la sociedad, juegan un papel determinante la composición del Congreso de la Unión-cámara alta y baja-y por su parte, la independencia o no del Poder Judicial. En la cúpula del poder se pueden identificar otros actores como los empresarios organizados, los sindicatos, las universidades públicas y privadas, la prensa, los militares, la(s) iglesia(s) y la sociedad, en sus diversas formas de organización. La perspectiva política da forma y contenido al federalismo.

El federalismo mexicano ha venido evolucionando en esa dinámica, muchas son las expresiones y cambios observados, en esta entrega tomaré como referencia, el momento que se identifica con el gobierno de Lázaro Cárdenas, hasta donde entiendo, el punto de quiebre entre el federalismo liberal y el federalismo centralizado.

En su entrega a la obra citada, con el tema Federalismo y Gobernabilidad, Alicia Hernández Chávez recrea, entre otras cosas, la forma en que Cárdenas define y dirige la transformación del federalismo tal y como se entendía hasta ese momento, para dar pie a un nuevo federalismo, un federalismo centralizado; en ese contexto, la autora afirma que “Todas las medidas adoptadas por Cárdenas al inicio de su gobierno se orientaron a destruir la dualidad de poder verticalizándolo  en manos del presidente. En esta forma se anulaba no sólo al jefe máximo, sino también la fuerte autonomía de los poderes estatales. Cárdenas lo consiguió, por una parte, sustituyendo a los comandantes de las zonas militares a través de 607 cambios de mandos en escasos dos años y, por otra parte, declarando desaparecidos los poderes de los estados por perturbación del orden interno, lo que le permitió remover a 14 gobernadores y facilitar la renovación de los tres poderes en dichas entidades”.

Con estrategias similares, Cárdenas realiza ajustes a modo en el Congreso y en la Suprema Corte de Justicia…con un Congreso y un Poder Judicial más acordes con la política presidencial, se aceleró el proceso de reformulación del pacto federal, para pasar de un federalismo liberal a un federalismo centralizado. De acuerdo con Hernández Chávez, el “mecanismo que lo garantizó fue la ley de expropiación por causa de utilidad pública que reglamenta […]. Refiere la autora que dicha ley transfiere a la federación las competencias de los estados en lo relativo al desarrollo y aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de explotación, a fin de realizar la <equitativa distribución de la riqueza monopolizada con ventaja exclusiva de una o varias personas con perjuicio de la colectividad en general, o de una clase particular>, a través de la creación, fomento o conservación de una empresa y la creación o fomento de centros de población”

La centralización de poder que alcanzaba todo tipo de actividad y latitudes, con la justificación de la “utilidad pública”-madre de la corrupción-una centralización que hace evidente lo peligroso de controlar los tres poderes; bajo cualquier forma y estrategia un Congreso que obedece ciegamente las disposiciones del presidente, que aplica el mayoriteo en las cosas simples y complejas de interés público, es inaceptable; un ejército servicial y fortalecido bajo el cobijo del ejecutivo, es peligroso. El poder judicial al servicio del poder central, “ a los amigos justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas”…

Cárdenas sentó las bases para un nuevo Pacto Federal, mismo que, de acuerdo a circunstancias y presidente en turno, el poder del presidente es casi absoluto.

El México de hoy, se encuentra atrapado en varios procesos, en primera instancia la recomposición de un nuevo orden mundial, que algunos califican como la crisis de la globalización; el surgimiento en casi todo el mundo de gobiernos con tendencias populista; la llegada al poder, en el vecino país, de un republicano con un nacionalismo muy marcado que, está por demás decir, a los mexicanos nos ha tomado la medida; el fenómeno migratorio; la redefinición del acuerdo comercial entre México, EU y Canadá, que todavía no se ve claro y,  un hecho coyuntural que azota a todo el mundo, la crisis sanitaria derivada de la pandemia Covid 19 y su consecuencia sobre la economía. Por cierto, la crisis coyuntural viene a acelerar la redefinición de un nuevo orden mundial, así lo veo.

En ese contexto, en México se hace necesario un nuevo pacto, que esta coyuntura sirva para revisar la problemática estructural que nos tiene estancados económica, política y socialmente; plantearse un cambio, en el marco de las leyes y reglas establecidas,  para el bien común, no es traición a la patria. Hoy más que nunca, la unidad está por encima de las divisiones, pero se hace exigible un cambio. Hace falta un líder para ello.

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