Un apellido radioactivo

Eric Rosas

Pocos apellidos tienen tanto abolengo en ciencia como el Curie. Aunque fue originalmente aportado por Pierre, el renombre fue lanzado al estrellato por su extraordinaria esposa María Sklodowska, quien lo adoptó como nombre de familia y es más conocida como Marie Curie. Irène, la primogénita de Pierre y Marie, nacida el 12 de septiembre de 1897, mantuvo el apellido Curie luego de casarse con Jean Frédéric Joliot. Y entre los cuatro han logrado que el apellido Curie aparezca en cinco de los diplomas que acompañan las medallas de los premios Nobel.

Pierre y Marie obtuvieron el Premio Nobel de Física de 1903 por sus trabajos acerca de la radiactividad espontánea, descubierta por Henri Becquerel, con quien compartieron el galardón. Ocho años más tarde Marie volvió a asistir a la Sala de Conciertos de Estocolmo para recibir ahora el Premio Nobel de Química de 1911, por haber descubierto los elementos químicos de radio y de polonio, así como por el aislamiento del primero. Por su parte los esposos Joliot-Curie continuaron la tradición familiar al obtener en conjunto el Premio Nobel de Química 1935, por conseguir la producción artificial de nuevos elementos radiactivos.

La radiactividad es un fenómeno natural en el que un átomo de un elemento inestable libera energía de manera azarosa. Típicamente esta energía es liberada por los átomos mediante la emisión de una partícula alfa, una beta con un neutrino, un neutrino solo, o un rayo gama. Las primeras son núcleos de helio desprovistos de sus electrones; es decir, están formadas por dos neutrones y dos protones. Las partículas beta son electrones o positrones – de la misma masa que el electrón, pero con carga eléctrica positiva –, altamente energizados. Los neutrinos son partículas subatómicas sin carga. Y los rayos gama son radiación electromagnética o partículas de luz altamente energéticas.

En los átomos que presentan radioactividad estas emisiones aleatorias pueden ocurrir en cualquier momento de su existencia, ya sea desde el mismo instante de su creación, o hasta 55 órdenes temporales después, lo que equivale a lapsos mayores a la vida estimada de nuestro Universo. Sin embargo, es posible encontrar una probabilidad para la ocurrencia de estas desintegraciones, que identifica la vida media de un conjunto de átomos radiactivos de la misma naturaleza. Esta vida media, como su nombre lo sugiere, representa el tiempo que le toma desintegrarse a la mitad de los átomos de una muestra de cualquier tamaño.

Las técnicas desarrolladas por la pareja Joliot-Curie para producir átomos radiactivos a voluntad, surgió casi por accidente, mientras ambos investigaban la estructura del núcleo atómico… y así, la luz se ha hecho.