“El Vocho es mexicano”: la exposición que se ve y se lee

Camisetas, llaveros, joyas, revistas e incluso recuerdos son algunos de los objetos que recoge la exposición “El Vocho es mexicano. Die kulturelle Aneignung des VW Käfer in Mexiko” (“La apropiación cultural del Volkswagen Sedán en México”) que puede verse en el Museo BASA (Bonner Amerikas Sammlung) de Bonn (Alemania).

Basada en la publicación en alemán de Simón Hirzel que lleva el mismo nombre, la exhibición pretende mostrar cómo el Volkswagen Sedán, popularmente conocido como ‘Escarabajo’, se ha integrado en la cultura mexicana. “Hay llaveros, camisas o modelos de escala de los vochos en los mercados y están alrededor de otras cosas que representan cierta mexicanidad, como cajas con el motivo de Frida Kahlo y figuras de la Virgen de Guadalupe”, dijo a DW Hirzel.

El libro, que se publicó hace un año, es el resultado del trabajo de fin de maestría de Estudios Interdisciplinarios de América Latina de la Universidad Libre de Berlín, que Hirzel finalizó en 2018. “En antropología cultural no había trabajos sobre coches y en el caso del Vocho hay una cultura única con este coche”, consideró.

Objetos inauditos

La exposición “muestra muchos objetos que obtuve durante la investigación de campo”, que se llevó a cabo de enero a abril de 2015, principalmente en Ciudad de México y Tasco, en el estado de Guerrero.

“Nadie en Alemania conoce estos objetos de México, poder mostrarlos da otra visión al tema”, explicó apuntando que la exposición recoge trofeos y camisetas que le proporcionaron clubes y grupos de aficionados del Karmann VW Vintage Club, el Old Bugs Venustiano Carranza, un club asociado a la Asociación Nacional de los Clubes de Volkswagen de México y el organizador de la Vocho Caravana, que se lleva a cabo en el Día Internacional de Volkswagen.

El antropólogo cultural recordó que el auto llegó al país norteamericano de la mano de un grupo de inversores de origen alemán, ya que la propia empresa “no creía en el éxito de su producto porque en los años 50 todos los coches que había en México eran de Estados Unidos”.No obstante, “el Vocho se convirtió en el coche de las masas”.

Hirzel apuntó a “dos momentos clave” que en 1954 catapultaron el auto entre el público mexicano: la participación de siete Vochos en la Carrera Panamericana y la presentación del vehículo en una feria. A raíz del interés suscitado, se empezaron a crear salones de venta y talleres de reparaciones en torno del coche y una década más tarde Volkswagen “compró la empresa a los inversores”.

Más que cuatro ruedas

En 1967 la empresa alemana inició la construcción de una planta en Puebla. “A finales de los 60 e inicios de los 70, el coche era producido con materiales de México, en la planta trabajaban muchos mexicanos y aunque los directivos todavía eran alemanes, el coche empezó a ser un coche mexicano por producción”, subrayó.

En la misma época el vehículo empezó a formar parte del paisaje urbano de la capital mexicana, con la puesta en circulación de medio millar de taxis. “Durante dos décadas se convirtió en el único modelo de taxi de la ciudad, y eso convirtió al Vocho blanco y verde en un símbolo de la Ciudad de México” tal y como muestran las fotografías expuestas.

“En los 80 y 90 podías comprar un Vocho en condiciones pésimas por 200 pesos mexicanos”, recordó. Además de su precio módico, su estabilidad y su fácil reparación consiguieron muchos devotos. “Algunos tan fieles que se reúnen en clubes y compran la revista ‘Vochomanía’ cada quincena”. Se trata de una publicación especializada que apareció en los años 90 y con la que “nacieron muchos clubes y aumentó el movimiento vochero”.

Fascinación por un auto en desaparición

“Los clubes se difieren en base de la clase social y de la edad de la gente”, comentó Hirzel, apuntando que los aficionados de entre 60 y 70 años que se agrupan en el Karmann VW Vintage Club se caracterizan por disponer de más recursos económicos y comprar los modelos más antiguos.

Existe unos 70 grupos de aficionados en todo el país que llevan a cabo encuentros anuales que reúnen a miles de personas. No obstante, Hirzel pasó la mayor parte de su estancia con un grupo del Grillos Racing Performance, un taller de modificación de motores de este auto, creado en los años 80 por los hermanos Gamboa, fascinados por “la posibilidad de modificar el auto de poca cilindrada y poder competir con los coches de Estados Unidos”.

Pioneros en su campo, uno de los hermanos, Mario, aconseja y resuelve las dudas de los aficionados en un consultorio de ‘La Vochomanía’. Asimismo, “el coche está desapareciendo y eso aumenta la fascinación por él”, consideró.

Finalmente, el antropólogo cultural resaltó la creación de “amistades que se hacen por medio de estos coches”. “Es un grupo social que se organiza alrededor de estos coches con memoria colectiva y personal”, explicó, poniendo como ejemplo la experiencia de uno de los aficionados que entrevistó. “Me contó que el Vocho le hace viajar y ver países y regiones que nunca hubiera imaginado”, concluyó.

DW