No entiendo de qué se ríe

Jorge Flores

Me considero una persona muy simple, casi todo me puede hacer reír:  Mis defectos, las pequeñas cotidianidades, lo absurdo y los juegos de palabras que algunos les podría parecer simplones, a mi por lo regular me dan mucha risa. Definitivamente no me parecen simpáticas las desgracias ajenas, la enfermedad o aspecto físico de las personas, mucho menos la muerte de otro ser humano.

Las masacres no hay forma que me den risa, por el contrario, me causan consternación y profunda tristeza, me imagino los últimos instantes que sufrieron los ejecutados y mi reacción jamás podrá ser una sonora carcajada, por el contrario, son de los pocos momentos que no encuentro palabras para describir mi abatimiento.

Veo los niños sin medicamentos para el cáncer, los femenicidios, los muertos por la pandemia o la ya casi normalizada violencia en nuestro país, y lejos de esbozar la menor sonrisa, lo que me invade es el coraje, impotencia y desesperación como ciudadano de tener que vivir en un país donde el terror y el dolor campea libremente con la mayor impunidad.

No entiendo de que se ríe, me rebasa como mexicano que nuestro presidente le cause tanta risa que mexicanos mueran en masacres inhumanas.

Quiero pensar que la risa es nerviosa, de impotencia o incapacidad para resolver la violencia que sufrimos día a día todos los mexicanos. Me gustaría tener la seguridad que al presidente de todos le conmueve el sufrimiento de decenas de miles de niños y niñas que no tienen medicamentos para el cáncer y están muriendo irremediablemente. Me haría muy feliz pensar que le estremece el sufrimiento de miles de mujeres violentadas o asesinadas. Me gustaría estar convencido que nuestro presidente, todas las noches, antes de dormir, dedique unos minutos en recapacitar que él es el responsable de la salud, seguridad y bienestar de todos en este país.

Es muy triste, pero por momentos no creo que le importe mucho.

Es indispensable que la política se humanice, que encuentre en el dolor y adversidad del otro una causa para el servicio público verdadero. Es ya insoportable que la respuesta política a la desgracia y violencia siempre sea demagógica y con la cínica respuesta de minimizar la realidad. Es ya impostergable ver acciones políticas que resuelvan la miseria de millones de mexicanos, ya no podemos permitir que siempre su respuesta sea electorera y de beneficio partidista.

En otras cosas:

Tampoco entiendo la referencia a Benito Mussolini en el discurso que dio nuestro presidente en la reunión en la Organización de las Naciones Unidas con motivo a su 75 aniversario. ¡Por Dios, que alguien le asesore! No es posible que el presidente de México diga esas barbaridades en el recinto más importante del mundo y ante los líderes de todos los países del globo. Benito Mussolini es una de las mayores escorias de la historia de la humanidad, el creador del fascismo y el origen del sufrimiento de millones de seres humanos en el siglo pasado.  De las miles de referencias positivas posibles que se pueden decir sobre Benito Juárez, López Obrador decidió hacerlo sobre Mussolini.

Ni que decir que en esa misma reunión intentó explicar lo del avión que rifó pero que está en venta y que como premio, entregó el equivalente a su costo, pero que él mismo compró los boletos para atender las necesidades urgentes en medicinas y equipo médico para atender la pandemia.

Si no fuera una lamentable vergüenza, les juro que estaría a las carcajadas.

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