Se hunde la demanda

Macario Schettino

Publicó INEGI los datos de oferta y demanda agregadas al segundo trimestre del año. Esta información es de gran utilidad para entender lo que ocurre en la economía más allá del valor agregado que mide el PIB. Es un primer acercamiento a lo que hacen los diferentes actores de la economía, todavía muy agregados: el consumo de los hogares, la inversión de las empresas, el consumo e inversión del gobierno y nuestra relación con el resto del mundo. Gracias a ello, podemos empezar a imaginar mejor lo que significa la situación que hoy vivimos y lo que la recuperación significará.

Como usted sabe, una apuesta del gobierno ha sido que sean las exportaciones el motor de la economía. Lo que tal vez no alcanzan a ver es que esto significa que la mayor parte de los mexicanos no verá recuperación alguna. A diferencia de lo que muchas personas creen, la medida del bienestar de la población no es si exportamos mucho, sino si importamos mucho. Las importaciones son bienes que consumen las personas, y lo hacen cuando tienen dinero y el precio es atractivo. Si la economía se contrae, la gente no tiene dinero y no puede comprar: las importaciones bajan. Si el dólar encarece, el precio de lo importado no es atractivo y se importa menos.

En este año, la economía se contraerá -10%, según la media de los pronosticadores. Con esa contracción, y el ajuste cambiario que tenemos, las importaciones caerán -26% en este año. Las exportaciones, en cambio, como reaccionan al comportamiento de nuestros clientes, caerán por ahí de la mitad, -13%. Esto implica que la balanza comercial mejora, pero también significa que habrá menos cosas disponibles para los mexicanos. En términos de los economistas, se dice que la demanda interna del país cae más que el PIB. Ésta caerá en -16% durante este año.

Esa demanda se compone del consumo e inversión, tanto del gobierno como del sector privado. Puesto que el gobierno ha mantenido el crecimiento de su gasto, a pesar de la caída de la economía, en este primer semestre de 2020 tenemos un dato muy raro: un gran salto del gasto de gobierno, que pasa de representar 14.4 a 17.7% del PIB. Ese movimiento parecería ser lo que normalmente llamamos “medidas contracíclicas”. En 2009, para enfrentar la crisis internacional, el gasto de gobierno pasó de 16.2% del PIB en 2007 a 18.7% en 2009. Esos dos puntos y medio ayudaron a moderar el golpe y se financiaron con deuda. Ahora no se ha visto impacto, tal vez porque no hay programa contracíclico, sino algo más parecido a terrorismo fiscal, más saqueo de fideicomisos, que financian proyectos con impacto muy bajo, sean los caprichos presidenciales o los programas de compra de votos que llaman “política social”. El caso es que, al no caer la demanda de gobierno, la que cae es la privada, que incluye nuestro consumo y la inversión de las empresas, y es de -18%. Casi el doble de lo que cae el PIB. Luego por eso las cuentas de la felicidad no le salen al Presidente.

Para los próximos años, también siguiendo las estimaciones promedio de los analistas, tendremos un crecimiento de 3% en 2021 y de 1.8% en los siguientes años. Para el final del sexenio, aplicando los mismos supuestos, el PIB será -2.5% inferior al de 2018, y las importaciones, -7%. Puesto que las exportaciones crecerán, la demanda interna tendrá una caída de -11%, también comparando con 2018. Supongo que no habrá reforma fiscal, así que el gasto de gobierno también caerá, -8%, dejando a la demanda privada con una caída de -11%. No sé cuánto en inversión y cuánto en consumo, pero lo que sí sabemos desde hoy es que, en promedio, los mexicanos serán 11% más pobres de lo que eran cuando votaron por este gobierno.

El Financiero