Predilecciones militares

Héctor Aguilar Camín

No puede pasar desapercibida la ostensible disparidad de predilecciones que tiene el actual gobierno. El proceso de cancelación de fideicomisos ha evidenciado una de las más claras: su predilección por las fuerzas armadas.

El gobierno está en proceso de cancelar fideicomisos de la academia, la ciencia, la cultura, la búsqueda de desaparecidos, la protección a periodistas, los fondos contra desastres naturales. Pero mantiene intactos, y al alza, los fideicomisos de las fuerzas armadas. No sé si los mismos militares están cómodos con esta esta predilección, si les gusta verse beneficiados tan ostensiblemente donde otros son tan maltratados.

Uno tiende a pensar que ahí piensan también, como en todas partes: “O todos coludos o todos rabones”.

El hecho es que no solo les han mantenido a los militares los fideicomisos que se piensan cancelar a otros sectores de la sociedad, sino que les han mejorado su monto extraordinariamente.

El fideicomiso militar más grande es el de “administración y pago de equipo militar”. Capta 94 por ciento de los recursos que hay en fideicomisos de la Defensa Nacional. Su monto actual es de 30 mil 193 millones de pesos.

Los otros fideicomisos del Ejército (los hay para pagos de pensiones, para hijos de militares en activo, para deudos de militares fallecidos) significan solo 6 por ciento de los recursos restantes, unos mil 800 millones de pesos.

El promedio anual de recursos que recibieron durante el gobierno de Felipe Calderón estos fideicomisos fue de 3 mil 995 millones de pesos y durante Peña Nieto, de 5 mil 574 millones.

En el tercer trimestre de 2019, esos fideicomisos tenían solo 2 mil 505 millones de pesos, pero a fines de 2019 dieron un salto cuántico hasta los 26 mil 252 millones. Durante 2020 subieron a los 31 mil 193 millones actuales.

Tomo estos datos de la nota de Leonardo Núñez sobre una investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad que puede consultarse aquí: https://bit.ly/3lO2QGF

No recuerdo una época reciente en la que el Ejército haya tenido una preferencia gubernamental tan extendida, ubicua se podría decir, como la que tiene hoy.

Le han entregado el manejo de tantas cuestiones estratégicas —seguridad pública, infraestructura, inteligencia, puertos y aduanas— que quizá lo de los fideicomisos viene siendo lo de menos.

Milenio