Biden en el horizonte de México

Jorge Fernández Menéndez

Dice el escritor estadunidense Richard Ford, hablando de los partidarios de Trump y de sus principales operadores: “simplemente están enfadados. Dispuestos y capaces a desmantelar este país creyendo que necesita ser desmantelado o que lo están salvando. Si hubiera los suficientes, lo desmantelarían todo, como alborotadores furiosos que prenden fuego a su propio vecindario”. Es una analogía que se podría extender a los llamados puros del lopezobradorismo y que refleja perfectamente bien lo que está en disputa en la Unión Americana: el rescate o la destrucción del Estados Unidos que conocemos, que con todas sus imperfecciones sigue siendo una potencia con capacidad e influencia global y una aspiración democrática y liberal que emana de sus fundadores y su constitución, aunque muchos, empezando por Trump, la invocan para destruirla.

Para México no es indiferente que gane Trump o que el triunfador sea Joe Biden. Tampoco es verdad que la relación con Estados Unidos pase por un buen momento: aquellos elogios mutuos en la visita presidencial en el Jardín de las Rosas, en la Casa Blanca, se convirtieron en una apuesta electoral (equivocada) de López Obrador por Trump, pero no pueden ocultar que existe una amplia agenda de desencuentros entre la Unión Americana y la actual administración.

Como lo hemos señalado en muchas oportunidades, la relación es crítica y los ejemplos sobran. Hagamos un breve recorrido: la carta de la Barra Americana de Abogados reclamando por la falta de seguridad jurídica con que actúa el SAT, la carta de los legisladores estadunidenses señalando que México está violando sus propias leyes y el T-MEC con las nuevas políticas energéticas que quieren regresar al monopolio de Pemex y la CFE, la forma (como si fuera cualquier lugarteniente de Nicolás Maduro) en que fue detenido el general Cienfuegos, sin informarle a México y, como aceptó el embajador Christopher Landau, con un conocimiento pleno de los más altos niveles de la Unión Americana; las advertencias de las propias autoridades estadunidenses de que no se está haciendo lo suficiente en la lucha contra el narcotráfico; las presiones para reducir aún más la migración, entre otros temas, exhiben una agenda cargada de presiones y falta de comunicación.

A eso contribuyen múltiples errores de la administración López Obrador: no se comprende que con la política energética están violando la Constitución y el T-MEC, que están acabando con la principal fuente de inversiones en el país y están regresando, en la generación de energía, medio siglo atrás. Y si eso es clave hoy en la relación con Estados Unidos (principal proveedor energético de México) pese a que Trump coincide con López Obrador en privilegiar el petróleo y el carbón e ignorar el acuerdo de París, lo será mucho más si Biden gana las elecciones.

El programa del demócrata se sustenta en una agenda verde que promete una reconfiguración del país hacia las energías renovables. El programa de inversiones y el establecimiento de nuevas regulaciones están en el centro de su propuesta. Ya ha anunciado que una de sus primeras medidas será regresar al acuerdo de París. El T-MEC, en términos energéticos, lo que busca es crear un gran mercado energético regional, hacia ello estaba enfocada toda la política sectorial, incluyendo la reforma del sexenio anterior.

Imaginar a un gobierno de Biden con una agenda verde, ecológica y apostando por las energías renovables (algo que ya ha hecho Canadá) conviviendo con un socio comercial y fronterizo que apuesta por el carbón y el combustóleo, que ignora los acuerdos de París y que quiere cancelar los proyectos de energía renovable y de gas, muchos de ellos íntimamente conectados a inversiones estadunidenses, es ilusorio. La actual política energética de México chocará de frente con la de Estados Unidos y sabemos desde ahora cuál será, en ese choque, la correlación de fuerzas.

En seguridad, hay que recordar que Estados Unidos tiene unos 60 mil muertos por sobredosis de opiáceos al año y muchos de ellos mueren por el fentanilo que trafican cárteles mexicanos, y uno de los principales productores son los chapitos, los hijos de El Chapo Guzmán, incluyendo, por supuesto, a Ovidio, quien fue liberado en el culiacanazo y que tenía orden de extradición a la Unión Americana. ¿Alguien cree que eso fue olvidado?, ¿que Biden será más indulgente que Trump?

Lo mismo ocurre en otros ámbitos. Hay áreas en las que el gobierno de Trump no ha presionado o ha ignorado las presiones de ciertos sectores de su sociedad respecto a México, simplemente porque se contenta con que la administración López Obrador cumpla sus caprichos, como ocurre con la política migratoria o incluso con el desconcertante apoyo que le dio México al candidato (de ultraderecha) que propuso Trump para el Banco Interamericano de Desarrollo, lo que provocó que por primera vez en su historia el BID no tuviera un presidente de origen latinoamericano. Con Biden no será así. Sobre todo si se viola la seguridad jurídica, el T-MEC o las propias leyes mexicanas.

Excélsior