Esta mañana, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo un señalamiento sobre el incremento del 34% en los precios de la gasolina, que recientemente los medios destacaron por considerarse como algo de suma importancia.
El mandatario mencionó que el cálculo de 34% se hizo cuando los precios cayeron por la crisis energética el año pasado entre mayo y septiembre y por eso se reflejaba ese aumento.
Sin embargo, la comparativa de precios se hizo contra los precios publicados en la conferencia matutina del lunes 4 de enero, donde el entonces titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Ricardo Sheffield, mostró las cotizaciones de la última semana de diciembre de “Quién es quién en los precios de los combustibles”, y según las diapositivas mostradas, en el rango bajo se logró calcular para la gasolina premium un promedio de 17.45 pesos por litro.
La operación es sencilla, el precio promedio bajo de diciembre de 17.45 contra el promedio que alcanzó la gasolina de alto octanaje el 21 de marzo de 23.53 pesos por litro, lo que equivale a 34.82%, pero si lo comparamos con el máximo histórico en precios al consumidor final de 25.5 pesos, entonces tendríamos un estratosférico 46.11%.
Lo que se puede deducir es que el consumidor final está realmente desprotegido contra las alzas discrecionales de los combustibles y si hay esos precios altos es porque indudablemente hay una necesidad de pagarlo, no porque sobre el dinero.
El gobierno ha destacado que no subirá los precios de los combustibles, pero al parecer los gasolineros no han escuchado la encomienda del mandatario de México y han agregado un poco más a los dividendos por venta de los combustible.
Latinus
