Ideología e hipocresía en la vacunación

Leo Zuckermann

Es una vergüenza que el gobierno no quiera vacunar de manera prioritaria a los médicos, enfermeros y personal de apoyo del sector privado. Lo ha dicho con toda claridad el presidente López Obrador: que se formen en la fila y los inocularán cuando les toque por su edad. Mientras tanto, que sigan arriesgando sus vidas.

Aquí el gobierno ha hecho una distinción ridícula. Vacunar al personal que atiende a pacientes con covid-19, no a los otros. Es absurdo porque cualquier galeno o enfermero, que revisa a pacientes con una dolencia, tiene un mayor riesgo de contagiarse de coronavirus. Por eso, en los países civilizados se le ha dado prioridad a todo el personal sanitario, sin distinción alguna.

No en México. Aquí impera una ideología anacrónica y estúpida en contra de la economía de mercado. Hay en el gobierno los que piensan que es un horror lucrar con la salud de la gente. Y quizá tengan razón. Pero el hecho es que en nuestro país no existe un sistema público de salud con capacidad de atender a toda la población, mucho menos de manera expedita y con calidad.

Quiérase o no, tenemos un sistema de salud mixto donde entre el 15 y 20% de los mexicanos se atiende en el sector privado. Y no todos los consultorios, clínicas y hospitales son de lujo. De hecho, la gran mayoría son, permítanme la expresión, “changarros” que atienden a pocas personas, sobre todo en el área de la maternidad.

  • Los que tenemos el privilegio de tratarnos en el sector privado —y vaya que es un privilegio porque cuesta muy caro— nos disgusta el momento en que debemos pagar por los servicios o las primas de los seguros. Lo hacemos, sin embargo, porque no hay espacio en el sector público o por la mejor calidad que ofrece el sector privado.

¿Que los privados lucran con nuestra salud? Pues sí, pero también nos curan cuando lo requerimos. Y, por tanto, tienen todo el derecho a ser tratados con los mismos derechos de los médicos, enfermeros y personal de apoyo del sector público.

¿Que no debería haber negocios en el sector salud? A lo mejor, pero, mientras llegamos a ese fabuloso estadio de un sistema de salud pública como el danés, tal y como lo prometió nuestro Presidente, hay que vacunar la personal sanitario del sistema privado que ahí está y se encuentra, literalmente, arriesgando sus vidas en esta pandemia.

Además, la mayoría de este personal privado es gente con ingresos bajos o medios. No hay que confundirlos con las grandes luminarias médicas que cobran como en Houston. Esos, que son muy pocos, tienen la posibilidad de tomar un avión e irse a vacunar a Estados Unidos (supongo que muchos ya lo hicieron). Al resto, que es la gran mayoría, el gobierno los mandó a la cola.

Una vergüenza por donde se vea.

Además, este gobierno es hipócrita. Cuando le conviene, realiza acuerdos con el sector privado para apoyar al público en esta emergencia sanitaria. Los presume a los cuatro vientos. No obstante, cuando se trata de proteger al personal que ahí atiende, los excluye.

La hipocresía es mayor porque los políticos en México, de todos los partidos, incluyendo los de Morena, se atienden en el sector público en condiciones de privilegio (los llamados “pacientes VIP”) o de plano se van al sector privado en sigilo. Cuando a López Obrador le dio un infarto, acudió a uno de los mejores hospitales privados de la Ciudad de México. Hoy excluye de la vacunación a esos médicos, enfermeros y camilleros que le salvaron la vida. Vaya manera de agradecerles.

En fin, de verdad que lastima la malhadada ideología del gobierno y su hipocresía al excluir al personal sanitario del sector privado negándoles una inoculación prioritaria como a los del sector público. Máxime cuando tampoco pueden importar ellos sus vacunas y están observando cómo el gobierno vacuna a sus operadores electorales, los Servidores de la Nación, jóvenes cuya única labor es presumir los logros del “fantástico” gobierno que tenemos.

Un gobierno que aborrece la economía de mercado. Que sueña con un Estado omnipresente que todo lo controle. Que claramente quiere desaparecer a los fariseos que lucran con la salud de la gente. A lo mejor por eso se rehúsan a vacunar a médicos, enfermeros y personal de apoyo del sector privado: para que se mueran de una vez por todas.

Excélsior