Las conductas violentas han sido una constante en la historia de la humanidad; sin embargo, en la actualidad las formas de agresión se han vuelto más complejas y precoces. Sucesos como el reciente tiroteo en el Colegio Americano del Noreste, en Monterrey, en el que un adolescente de 15 años disparó indiscriminadamente contra su maestra y compañeros de clase es evidencia de cómo la violencia se impregna en los jóvenes.
Una investigación realizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el gobierno mexicano encontró que en el país más de 16 mil adolescentes cometieron diferentes infracciones a las leyes penales durante 2014. El robo con violencia fue el delito con mayor incidencia, seguido del homicidio, portación de armas prohibidas, robo de vehículos y secuestro.
¿Cómo podría entenderse este fenómeno? La adolescencia es probablemente la etapa que comporta mayores conflictos de identidad; durante ella, por ejemplo, se adopta una actitud de rebeldía frente a las conductas socialmente establecidas. Sin embargo, aunque la necesidad de sentirse libre forma parte del tránsito hacia la fase adulta, en combinación con factores adversos puede generar condiciones propicias para la violencia.
Se han realizado investigaciones buscando distinguir los factores de riesgo que conducen a los adolescentes a ser violentos; pese a ello, aún no se explican las causas directas de esta conducta en dicho sector de la población, sólo se señalan algunas características a nivel biológico, psicosocial, familiar, comunitario o cultural que apoyan para predecir si un joven delinquirá o no.
Algunos ejemplos de esos factores de riesgo son los individuales (historial de comportamiento violento, escaso control de la ira, cambios bruscos de estado de ánimo, crueldad animal), familiares (actitudes autoritarias para con el infante, prácticas inconsistentes de disciplina, bajo involucramiento en la educación por parte de los padres), escolares (frustración en las tareas realizadas, problemas con la autoridad, mal comportamiento, peleas constantes), comunitarios (acceso a armas, falta de actividades recreativas o deportivas, escasez económica), sociales (asociación con pandillas, rechazo social, discriminación).
La violencia, sobre todo la ejercida por parte de niños y adolescentes, lastima a una sociedad ansiosa de tranquilidad, la cual parece cada día más lejana.