Lágrimas del Ródano

Eric Rosas

La geósfera, como se llama la parte sólida de nuestro planeta, está estructurada con un núcleo profundo, un manto intermedio y una corteza que los envuelve a ambos. Mientras que el centro terrestre es una masa líquida y ardiente, el manto está formado principalmente por roca ígnea o magmática, y la corteza, la piel de nuestro planeta, está constituida en sus tres cuartas partes por rocas sedimentarias y tiene un grosor que varía desde unos cinco kilómetros en el fondo de los océanos, hasta unos 70 kilómetros en las partes con las montañas más altas.

Las rocas sedimentarias, como lo sugiere su nombre, están formadas a partir de los sedimentos, que son partículas de diversos tamaños que son arrastradas por la erosión eólica, pluvial o fluvial y una vez acumuladas en algún sitio común, resultan sometidas a la diagénesis, como se llama al conjunto de procesos físicos y químicos que las compactan, cementan o cristalizan hasta transformarlas en rocas. Fue a estas rocas sedimentarias de la capa superficial terrícola a las que dedicó su trabajo Pierre Berthier, nacido el 3 de julio de 1782.

Producto de toda una vida como geólogo y mineralogista, Berthier pudo descubrir varias formaciones rocosas, entre las que destacan dos nombradas en su honor: la berthierita y berthierina. La primera, descubierta en la localidad francesa de Chazelles y también llamada martourita, es un material sulfuroso que contiene fierro y antimonio, además de estar habitualmente contaminada con cobre, plata, plomo y manganeso. La berthierina, encontrada en Hayange, en la región de Lorena, es un filosilicato formado con aluminio, silicio y óxidos de fierro, que suele llevar manganeso y titanio como impurezas.

Pero sin duda el material más importante descubierto por Berthier es la bauxita, cuyo nombre deriva de Les Baux-de-Provenze, en la Provenza francesa bañada por las aguas del río Ródano. La bauxita consiste en una gran variedad de óxidos de aluminio, entre los que destacan la gibbsita, la bohemita y el diásporo, que se encuentran mezclados con óxidos de fierro como la goetita y la hematita, así como con arcillas de aluminio, entre éstas la caolinita, la anatasa (un óxido de titanio) y la ilmenita (otro óxido de titanio con fierro).

La bauxita es un mineral que se encuentra a entre cuatro y seis metros de profundidad. De la producción mundial de bauxita, alrededor del 90 % se utiliza para producir aluminio, por lo que actualmente constituye la principal mena mundial de este metal. Una vez recuperada, la bauxita se transforma primero en alúmina (óxido de aluminio) gracias al proceso llamado Bayer y después el oxígeno es retirado del aluminio mediante electrólisis… y así, la luz se ha hecho.