Una gracejada que no vale la pena comentar

Bernardo Gutiérrez Parra

En tiempos del poder absoluto, el momento más triste de un Presidente era cuando nombraba a su sucesor porque en ese preciso instante perdía parte de su poder omnímodo y éste pasaba en automático a quien lo sucedería en el cargo. Como paradoja era también el momento cumbre de su poder; después de eso no había más.  

Sin excepción todos los presidentes esperaban hasta el último minuto de “los tiempos de la sucesión” para señalar con el índice a quien le heredarían la Presidencia; tantito porque no querían soltar parte de su poder y tantito para no desgastar a sus candidatos. 

En el quinto año del sexenio quienes se sentían presidenciables cuidaban los modos y las formas, trataban de no aparecer mucho en los medios (no fuera a ser que al SEÑOR le molestara tanto protagonismo y los bajara) y llevaban tatuada en la piel la máxima de Fidel Velázquez: “El que se mueve no sale en la foto”.  Y en efecto lector, no se movían. 

Miguel de la Madrid fue el último Presidente que destapó a un candidato que llegó a la presidencia en la persona de Carlos Salinas y partir de entonces cayó la maldición gitana sobre los elegidos. 

Va la lista: Carlos Salinas eligió a Luis Donaldo Colosio y el Presidente fue Ernesto Zedillo. Zedillo eligió a Francisco Labastida y el Presidente fue Vicente Fox. Fox eligió a Santiago Creel y el Presidente fue Felipe Calderón. El favorito de Calderón era Ernesto Cordero y la candidata del PAN fue Josefina Vázquez Mota, pero el ganón de la Presidencia fue Enrique Peña Nieto. Peña Nieto eligió a José Antonio Meade y el Presidente es Andrés Manuel López Obrador. 

Reitero, todos eligieron a sus sucesores hasta el último minuto, hasta que la liga estuvo bien tensa. 

López Obrador ha roto con esta costumbre al elegir con años de anticipación a quien lo sucederá en el cargo que no es otra que Claudia Sheinbaum. Esto a pesar del metrazo del 3 de mayo y de la pérdida de la mitad de la CDMX en las elecciones de junio. Y para darle más sabor al caldo de la sucesión metió de comparsas a Marcelo Ebrard, Tatiana Clouthier, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma. Y este lunes agregó a Rocío Nahle. 

A pesar de que ya lo dije con anterioridad lo repito para que no se olvide. Ebrard no será candidato de Morena porque es más político e inteligente que Andrés Manuel, que lo que desea es convertir el próximo sexenio en su maximato y el canciller no se lo permitiría. 

Tatiana no será candidata porque su panismo la condena. Juan Ramón de la Fuente rechazará la candidatura como ya lo hizo en una ocasión. Esteban Moctezuma nunca ha estado en el radar del Presidente y Rocío Nahle es otra más de sus gracejadas. 

¿Y Ricardo Monreal? Ja, ni pensarlo. Al senador no lo ha vuelto a nombrar desde hace semanas y de hecho lo sacó de la lista. Si a Ebrard le tiene recelo, a Monreal le tiene miedo porque el zacatecano incluso lo podría mandar encarcelar. 

El plan A, B y C de Andrés Manuel se llama Claudia Sheinbaum y nadie más. Si no sirve para gobernar el país eso no importa; la escogerá (o ya la escogió) porque es dócil, obediente, disciplinada, manejable y fiel. Aunque… 

Esos fueron los mismos atributos que vio Díaz Ordaz en Luis Echeverría. Y los más viejos de la comarca deben recordar cómo le fue al poblano con su sucesor.

Claudia será la candidata, sólo debe pedirle al santo de su devoción que no la alcance la maldición gitana.  

Ok, todo eso está bien, pero ¿qué onda con la candidatura de Rocío Nahle a la Presidencia de la República? 

Nada, es otra broma de Andrés Manuel que ni siquiera vale la pena comentar. 

Dos priistas veracruzanos con la soga al cuello 

Una fuente muy cercana al Comité Ejecutivo Nacional del PRI, me dijo ayer por la mañana que ese partido está cocinando la expulsión de dos conocidos y distinguidos políticos veracruzanos que dieron mucho de qué hablar tanto en la elección del 2018 como en la del pasado 6 de junio. 

Ambos fueron líderes estatales del tricolor e incluso uno fue candidato a la gubernatura. 

Tras estudiar el legajo de acusaciones, los integrantes de la Comisión Nacional de Justicia Partidaria están a punto de dar a conocer su veredicto que será terminal porque, según la fuente, los señalamientos son contundentes. 

“Aunque tienen derecho a defenderse, las pruebas en su contra son firmes y apabullantes. Es cuestión de días para que se dé a conocer el fallo y éste tiene que ver con la expulsión definitiva del partido de estos dos señores”, fue el comentario. 

-¿De qué se les acusa?- pregunté. 

-De traición al PRI y a sus principios- fue la respuesta.   

-Fuerte acusación- indiqué. 

-Sí, pero debidamente documentada y sustentada- fue la contestación. 

-Nombres, nombres- exigí a mi interlocutor. 

-Sólo te daré sus iniciales: Héctor Yunes Landa y Ranulfo Márquez Hernández. 

¡Sopas!   

Hasta ahí lector, es toda la información que tengo. Pero no pienso soltar el hilo de la hebra. 

bernardogup@hotmail.com