El régimen cubano es un gobierno totalitario, donde se coartan las libertades en nombre de una igualdad

Víctor Andrade Guevara
Investigador de la Universidad Veracruzana
Sobre el autoritarismo cubano:
La “intelligentsia” de la izquierda latinoamericana (democrática) sigue teniendo una deuda respecto a la caracterización del régimen político cubano que surgió con la revolución de 1959. El pensamiento crítico y la izquierda democrática europea desde muy temprano identificaron los regímenes de Europa Oriental como autoritarios. Desde la escuela de Frankfurt, pasando por Cornelius Castoriadis (sociedades burocráticas), Charles Bettelheim (sociedades en transición que tienden a la restauración del capitalismo), la intelectualidad trotskista (estado obrero degenerado), o los propios disidentes de esos regímenes, como Rudolph Bahro en Alemania Oriental, Leszek Kolakowski en Polonia, Agnes Heller en Hungría (dictadura sobre las necesidades), Vaclav Havel y Milan Kundera en lo que fue Checoslovaquia. Sin embargo, la izquierda latinoamericana siempre se ha negado a reconocer el carácter autoritario del régimen cubano, y a caracterizarlo. Ha pesado más el sentimentalismo y la defensa a ultranza, sin justificar y argumentar por qué puede gobernar un sólo partido, y sobre todo una persona o una familia, durante tanto tiempo, por más que haya sido el héroe de la revolución. El régimen cubano es un gobierno totalitario, donde se coartan las libertades en nombre de una igualdad que tiende a empobrecer a todos (excepto a la burocracia) y les impone, como bien decía Agnes Heller, una dictadura sobre las necesidades (ello me recuerda la frase: si ya tienes un par de zapatos, pues con eso, para qué quieres más). El régimen cubano es dictatorial y, como bien señalaba Bettelheim, tiende a reestablecer un capitalismo de Estado, como el chino. Si se elimina el embargo, ese proceso se acelerará, habrá más capitalismo sin democracia. Heberto Padilla -intelectual brillante como pocos- y Reynaldo Arenas, fueron la disidencia que rápidamente evidenció el autoritarismo de ese régimen monopartidista. No hay ninguna razón para defender a ese gobierno. Hay que estar al lado de la población. Bien lo decía el barón de Montesquieu: cuando un gobierno dura mucho, se descompone poco a poco y sin notarlo.