La democracia mexicana en la encrucijada

Enrique Quintana

La democracia mexicana va a pasar en los siguientes meses por una encrucijada, que puede determinar el futuro del país en el mediano plazo.

Los conflictos que hoy presenciamos no solo son el ruido natural que surge después de un proceso electoral competido.

Además de todo hay varios procesos subyacentes que tienen mucho más de fondo que la pirotecnia verbal que acompaña a los conflictos propios de una elección.

Dos de las instituciones fundamentales del sistema político mexicano están en el escaparate por razones completamente diferentes.

Por un lado, el Instituto Nacional Electoral (INE) está bajo fuego por parte de Morena, del presidente de la República y de los partidarios de la 4T.

Líderes de Morena han señalado que pretenden iniciar un juicio político en contra del consejero presidente del INE, Lorenzo Cordova y del consejero Ciro Murayama, por considerarlos parciales y a su juicio, por no haber impulsado la consulta popular del domingo 1 de agosto.

Independientemente de que ese juicio tenga lugar, es muy probable que los líderes de Morena sigan golpeando políticamente a estos dos integrantes del Consejo General del INE con la intención de debilitarlos y desprestigiarlos, tras el fortalecimiento institucional que logró el INE en las elecciones del 6 de junio.

Y de hecho, hay la intención de reformar completamente al Instituto a través de la reforma constitucional que referíamos.

En el caso del Tribunal Electoral (TEPJF), que es la máxima autoridad del Poder Judicial en materia electoral, tras la remoción del magistrado José Luis Vargas como su presidente, Andrés Manuel López Obrador pidió que renunciaran todos sus integrantes y como parte de la reforma constitucional también se modificará la estructura del tribunal.

No sabemos cuándo ocurrirá, pero es un hecho que Morena va a presentar esa iniciativa aunque no cuente con los votos necesarios en las Cámaras del Congreso para aprobarla.

Afortunadamente, el viernes pasado, el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, virtualmente fue el fiel de la balanza en el conflicto surgido en el TEPJF, dando un espaldarazo a la decisión mayoritaria de los magistrados y respaldando el nombramiento del magistrado Reyes Rodríguez como nuevo presidente del Tribunal.

Pareciera que esto impidió que el litigio se agravara.

La decisión de los magistrados avanza hacia una autoridad judicial más autónoma e independiente que seguramente no va a gustar al presidente López Obrador.

Zaldívar, el viernes pasado, zanjó además la discusión respecto al tema de la extensión de mandato para el presidente de la Corte, que se había pretendido imponer a través de un artículo transitorio de la reforma judicial, rechazando su permanencia, lo que adelanta el resultado de la definición en el Pleno de la Corte.

El viernes pasado, el presidente López Obrador volvió a cuestionar el que la mayoría de los ministros de la Suprema Corte provengan de administraciones anteriores y atribuyó a eso el rechazo a la extensión de mandato de Zaldívar.

Dé por un hecho de que vamos a ver más cuestionamientos del presidente López Obrador, ahora, además de ser contra el INE y su presidente, al Tribunal Electoral e incluso a la Corte.

Sorpresivamente, se han fortalecido en las últimas semanas algunos de los contrapesos fundamentales del Poder Ejecutivo.

En este contexto, hay dos caminos.

Se avanza aún más en la creación de contrapesos y se conforma un bloque opositor funcional en la Cámara de Diputados, que sea sólido y sin fisuras, para frenar las reformas constitucionales que buscan Morena y el presidente en materia electoral, energética o militar.

O bien, se intensifica la ofensiva presidencial en contra de los diversos contrapesos, como los otros poderes de la Unión, los órganos autónomos, los medios, etc.

No está claro qué ruta podría tener esta ofensiva, pero seguramente sería mediante el uso de diferentes elementos del poder del Estado, para debilitar a quienes pretenden poner coto a la fuerza del presidente de la República.

Veremos qué es lo que sucede en los próximos meses en los que nos vamos a estar jugado el futuro de la joven, imperfecta e inmadura democracia mexicana.

El Financiero