Aquí provocamos; EU reacciona

Jorge Fernández Menéndez

Hay decisiones políticas difíciles de comprender. Mientras el gobierno federal estaba ocupado en la reunión de la Celac, apapachando a los presidentes de Cuba y Venezuela, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro; mientras coqueteábamos con la idea de acabar con la OEA (para lo que obviamente no hubo consenso) pese al explícito rechazo de los Estados Unidos; mientras en sus discursos el presidente López Obrador hablaba de levantar el embargo a Cuba, y le daba el papel de orador principal del día de la Independencia a Díaz-Canel; mientras se proclamaba como un triunfo la resistencia de la Revolución Cubana, Maduro intervenía en asuntos de política interna mexicana sin que nadie le pusiera un alto y decía en Caracas que en México había sido recibido como “un hijo”, mientras todo eso y más sucedía, el mundo real se imponía con toda su terquedad.

El gobierno de EU que hasta donde sepamos no hizo ninguna declaración pública sobre el estropicio diplomático ocurrido en tierras mexicanas en estos días de puente patrio, lo cierto es que anunció el cierre de fronteras en varios puntos de forma completa, para que no siguieran pasando migrantes en forma ilegal, sobre todo en Texas. Eso agudizará la crisis migratoria que viven varias ciudades, en forma notable en los últimos días en una de las más pequeñas y peor preparadas para sostener el alud migratorio, Ciudad Acuña en Coahuila.

La Casa Blanca también anunció que la frontera terrestre seguirá cerrada para viajes no esenciales hasta por lo menos el 21 de octubre. Informó que se abrían los vuelos con buena parte de Europa, pero que se requerirá un certificado de vacunación con una de las tres vacunas aceptadas por la Unión Americana: Moderna, Pfizer o Johnson (ni las vacunas chinas o rusas, u otras en proceso son autorizadas por Estados Unidos). Ayer, comenzaron los vuelos directos de deportación de migrantes haitianos a la isla, que podrán ser, dijo el gobierno estadunidense, hasta cinco diarios: la idea es deportar a todos los que han podido cruzar a Texas.

Cuesta entender por qué se subestima tanto la capacidad de reacción de los Estados Unidos en el gobierno federal. Muchos piensan que el conflicto migratorio es tan fuerte para Biden que, mientras se resuelva y México actúe como contención del mismo, lo demás no tendrá influencia.

No se entiende que no podemos jugar con una política exterior esquizofrénica en la que un día se va a Washington a buscar acuerdos y al siguiente se recibe a los mandatarios de Cuba y Venezuela, se los trata con una deferencia que nos deja mal parados, incluso ante los otros mandatarios que asisten al encuentro de la Celac; se premia como orador en el día de la Independencia al mandatario cubano mientras al recién llegado embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, se le envía a la última fila de las gradas, la más lejana posible, entre los invitados del cuerpo diplomático en el mismo desfile donde el orador es Díaz-Canel.

No se entiende que entre el 80 y el 85 por ciento de nuestro comercio exterior se hace con Estados Unidos; que las principales empresas del país están integradas con sus similares del otro lado de la frontera; que de la Unión Americana viene la mayor parte del gas que consumimos (y nuestras reservas alcanzan, sin esos envíos, para unos tres días de consumo) lo mismo que buena parte de las gasolinas.

Es menos comprensible aún porque la economía nacional y sobre todo la familiar, dependen de los más de 40 mil millones de dólares que envían nuestros paisanos que viven y producen en la Unión Americana para mantener a sus depauperadas familias.

Y aquí seguimos sumando agravios: se realiza la contención en el tema migratorio, pero no hay avances en seguridad; se suman las quejas formales en EU por la política energética y las violaciones al T-MEC en muchos ámbitos y seguimos sumando restricciones a la producción energética privada, autorizada por la constitución y el propio T-MEC; se reclama crear un amplio espacio regional de seguridad cibernética y cada vez es más notoria la presencia de las empresas chinas en el sector (y eso es lo que le preocupa a Estados Unidos cuando habla de seguridad cibernética). Y en medio de todo eso se pretendía que inmediatamente después de Díaz-Canel y Maduro nos visitara Joe Biden, la próxima semana por el día de la Consumación de la Independencia.

La administración Biden no está pasando por un buen momento, pero la peor política que se puede hacer es provocar a la Casa Blanca, porque se olvida que tiene instrumentos de sobra para complicarnos las cosas como país y como gobierno. Tampoco un hipotético avance republicano ayudará en nada a México: las voces este fin de semana de todos los sectores, pero particularmente del Partido Republicano, sobre las visitas de los mandatarios de Cuba y Venezuela a México y el trato que recibieron fueron generalizadas y muy críticas en todos los medios de EU.

Con estos temas no se puede jugar, no se puede tampoco, decíamos ayer, apostar a políticas setenteras y tercer mundistas. Recordemos como terminó Echeverría que fue su alter ego. Y recordemos también cómo todo eso era una mentira, porque Echeverría, siendo presidente, estaba registrado nada más y nada menos que como un activo de la CIA.

No se trata de ejercer la soberanía, sino de hacerlo ejecutando una política interior y exterior coherente con los intereses de la gente y del país. Y todo lo ocurrido en los últimos días boicotea cualquier esfuerzo nacional.

Excélsior