Falta de imaginación

Macario Schettino

Muchas personas creen que la iniciativa energética del Presidente se propuso con el fin de que no fuese aceptada, pero pudiese convertirse en bandera para continuar la eterna campaña: “Los conservadores no me dejan cambiar el país, necesito más tiempo y más apoyo”, sería el lema. Adicionalmente, por su tufo histórico, le ayudaría a romper al PRI de forma definitiva. No parece que haya mucho más trasvase pendiente entre ese partido y la coalición del Presidente, pero una grieta en la cúpula convertiría al PRI en un muerto viviente del panorama político. Para lograrlo, bastaría evidenciar el contraste con los tiempos de López Mateos, mientras se les amenaza con la UIF.

Esta explicación tiene mucho sentido, así ha actuado López Obrador en muchas ocasiones. Sin embargo, esto no significa que haya sido una buena decisión. En opinión de esta columna, que usted ya conoce, la elección del tema eléctrico ha sido equivocada, y en lugar de generarle apoyo, puede restárselo.

No tengo duda de que una de las causas más importantes del triunfo de López Obrador fue la aprobación de las reformas estructurales. Fueron exitosas, en el sentido de terminar con privilegios de grupos específicos, pero el gobierno de Peña Nieto no fue capaz de consolidar su impacto, tal vez por la casa blanca, tal vez por los muertos de Ayotzinapa, tal vez por la crisis fiscal a la que se enfilaban. En cualquier caso, los damnificados de las reformas se convirtieron en el soporte que López necesitaba para duplicar su votación y con ello alcanzar la presidencia.

En consecuencia, se ha dedicado a revertir dichas reformas, empezando por la educativa, continuando con telecomunicaciones y con la energética, pero en estas dos sin meterse a fondo, para evitar conflictos con el exterior. Lo hace ahora, cuando ya no tiene mayoría calificada en la Cámara, de donde se deriva la idea de que realmente no espera que se acepte, sino que se rechace, pero en el camino aprovechar para fracturar al PRI.

Pero el tema eléctrico no es el mítico petróleo. No hay detrás una gesta heroica enfrentando a los países más poderosos del mundo mientras se construía un sistema político, corporativizando obreros y campesinos, subordinando empresarios, maniatando a la Iglesia. La electricidad, como antes el teléfono, es un servicio que todos conocen bien. Cualquiera mayor de 40 recuerda el cambio positivo cuando el gobierno dejó de hacerse cargo de Telmex. Y también los apagones y altos precios previos al NAFTA, que trajo consigo una apertura del sector eléctrico.

Las mentiras del Presidente, Nahle o Bartlett acerca de precios o fuentes de generación son entonces fácilmente contrastables. Las personas saben cuánto pagan, y cientos de miles ya se han incorporado a la tecnología fotovoltaica, con paneles en su domicilio, en su oficina o fábrica. Ocurre con ella lo mismo que hace 40 años pasó con las antenas parabólicas: su popularidad deriva de su utilidad.

La iniciativa está generando grietas en el PRI, por la amenaza de la UIF, pero no por su carácter histórico. Y está también generando grietas en Morena, por el inmenso riesgo que representa para la economía nacional. Como ya comentamos, sin importar si se aprueba o no, ya perdimos la oportunidad de convertirnos en el sustituto de China en el comercio estadounidense. Pero si se aprueba, entre la falta de abasto y el incremento de deuda, la tragedia será enorme.

Por eso mi insistencia en la incapacidad estratégica de López Obrador. No puede imaginar escenarios distintos a los deseados, como la ruptura de su propia coalición o, peor, la aprobación de su engendro. No puede imaginar reacciones de terceros. No puede imaginar.

El Financiero