Cambian pronósticos

Macario Schettino

Seguramente usted ya sabe que el tercer trimestre tuvimos un tropezón económico. Esta columna había insistido en que el crecimiento era cero, que estábamos estancados, pero nos equivocamos. Era peor.

O no, todavía no está claro. El lunes pasado se publicó el IGAE, lo comentamos el miércoles, y tuvo una caída sorpresiva. Revisando, esa caída es atribuible, prácticamente por completo, a lo ocurrido en el renglón “servicios de apoyo”, en donde se registra la forma de contratación conocida como outsourcing. Hubo una reforma, orientada a evitar abusos (y a recaudar más), que se esperaba que tuviera algún impacto, pero no tan grande como el que vimos. Los servicios de apoyo cayeron -43% en tres meses, lo que implica una caída en el Índice Global de Actividad Económica (IGAE) de -2.1%. El IGAE cayó 2.4% en esos tres meses, de forma que prácticamente todo lo explican los servicios de apoyo.

Ahora bien, hay un problema de ajuste en las cifras, que también se vio en el PIB que se publicó el viernes. Nos informa INEGI de una caída de -0.2% en el tercer trimestre contra el segundo, pero ese segundo trimestre no lo conocemos, porque cada vez que se “desestacionaliza” una serie, cambian varias observaciones. De hecho, si calculamos la caída contra la cifra desestacionalizada del segundo trimestre que sí conocemos, en realidad es de -1.2%.

Eso ya no es un asunto menor, y por esa razón han iniciado los ajustes en las estimaciones por parte de los especialistas. El mismo viernes, CitiBanamex informó que reduce su estimación de crecimiento para 2021 a 5% y para 2022 a 1.9%. Otros expertos que consulté afirman que también reducen su pronóstico de este año, aunque no tanto, pero para 2022 hay incluso quien considera que su estimación será mayor, porque al caer la cifra este año, por rebote se incrementa la de 2022. No estoy seguro de que sea correcta esa apreciación, pero se la transmito.

Para entender mejor lo que ocurre será necesario esperar tres semanas, a la publicación del IGAE de septiembre y al dato preliminar del PIB, que es mucho más exacto, pero además viene acompañado de la serie desestacionalizada. Sin embargo, desde ahora puede considerarse que efectivamente tenemos un problema económico mayor al esperado.

La gran caída en los servicios de apoyo eclipsa que el comercio no ha logrado una base sólida. En el caso del comercio al mayoreo, muy relacionado con la industria, parece que efectivamente el tema de la disrupción de cadenas productivas le sigue pesando. En el caso del menudeo, todo indica que es más un asunto de caída de ingresos de los consumidores. En parte porque no hemos logrado recuperar todos los empleos, y en la informalidad tampoco los ingresos, pero también porque la inflación sí está teniendo un impacto. A fines de 2019, promediaba 3% anual; ahora está en 6%. Parece poco, pero es el doble.

Si el consumo no se recupera, la inversión está peor. A julio, último dato disponible, estamos en el nivel que teníamos en 2007. Ahí traemos 14 años perdidos. Y después de tres años de inversión decreciente, el impacto sobre la capacidad productiva ya es notorio. Rondamos 18% del PIB en inversión total, con un consumo de capital fijo del orden de 15%, lo que significa que la inversión nueva es apenas de 3% del PIB. Eso es la mitad de lo que había antes de la cancelación del aeropuerto, que parece que por fin ya todos reconocen como el punto de inflexión. El inicio del desastre, para ser más claro.

Hay que esperar noticias de Hacienda acerca de si corregirán sus estimaciones para el presupuesto de 2022, o si también ahí han perdido la razón.

El Financiero