La boda

Carlos Loret de Mola

Santiago Nieto tenía tres facetas. La encomiable: persiguió al cártel Jalisco Nueva Generación por la ruta del lavado de dinero al grado que estaba en la misma lista de objetivos que derivó en el salvaje atentado contra Omar García Harfuch. La necesaria: era el contrapeso dentro del gobierno al fiscal Alejandro Gertz, el ejemplo más acabado del uso de una institución para fines personales. La indeseable: no tuvo empacho en prestarse para las venganzas políticas del presidente, como armamento para alentar la narrativa del obradorato a la que proveyó insaciablemente de cuentas congeladas que muchas veces quedaban nomás en cuentos congelantes.

Santiago Nieto no hizo nada ilegal al casarse en Antigua, Guatemala, con la consejera del INE, Carla Humphrey. Pero violó las reglas no escritas del presidente: se organizó una boda en un hotel de lujo en un destino turístico de caché e invitó a personas a quienes el presidente López Obrador considera adversarios. No era el cash, eso nunca ha asustado al presidente (ahí están sus hermanos en video, ahí están las maletas de sus operadores, las ligas, las bolsas). Eran el lujo y el diálogo. Dos pecados capitales del obradorato. Lo esbozó desde la mañanera del lunes, unas horas después de todos los escándalos de la boda; y lo concretó antes de viajar a Nueva York para hablar de corrupción en la ONU.

El despido fulminante de Santiago Nieto deja claro que en este gobierno es peor poner en duda la construcción propagandística del presidente —la austeridad y los enemigos— que cometer delitos como retorcer la ley, mentir desde la autoridad, ser negligente con la salud de millones, falsificar documentos, ser acusado de violación sexual, encarcelar por venganza, recibir sobres en efectivo para campañas…

A juzgar por el criterio presidencial de despidos y respaldos, perseguir opositores está permitido, protagonizar escándalos de corrupción está permitido, dar contratos directos opacos está permitido, perseguir migrantes con militares está permitido, desaparecer miles de millones de pesos está permitido, gozar de una fortuna inmobiliaria inexplicable está permitido, dejar a niños sin vacuna está permitido, dejar a niños con cáncer sin medicinas está permitido, dejar a madres solteras sin estancias para sus hijos está permitido, pero hacer una boda en el extranjero y brindar con vino importado con alguien que no piensa como AMLO merece el castigo fulminante.

¿No calculó Santiago Nieto que este podría ser el desenlace? ¿Un político de su larga trayectoria no imaginó las consecuencias de su lance? ¿O desde la lista de invitados y el presupuesto de la fiesta quiso marcar distancia del presidente? ¿Imaginó que López Obrador no se atrevería a correrlo? ¿López Obrador lo va a dejar “suelto”, despedido en un seco comunicado que no le da ni las gracias por su trabajo? ¿Lo va a abandonar a su suerte, con todos los expedientes —de adentro y de afuera, de adversarios y de íntimos— que puede tener?

¿Censura a la ostentación? ¿Qué tiene Guatemala que no tenga Aspen?

El Universal