Sobre las órdenes que no se pueden cumplir

Héctor Aguilar Camín

Al empezar el gobierno de Adolfo Suárez, que cambió en 11 meses relampagueantes el régimen franquista y abrió a España a la democracia, se prohibió que vehículos militares circularan por las ciudades.

Suárez quería limpiar el paisaje urbano de aquel símbolo de la época franquista, de la cual era hijo probado y a la que quería, sin embargo, dejar atrás.

Suárez despachaba en La Moncloa, a la salida de Madrid rumbo a la Coruña, donde había un cuartel militar con tanques y vehículos.

Los militares de aquel cuartel hacían sus ejercicios motorizados en la carretera, pero cuando volvían por la tarde a Madrid se detenían frente a La Moncloa y daban estruendosos acelerones a sus transportes para hacerse sentir frente a la sede de gobierno.

Era su protesta porque los hubieran echado de las calles y porque los estuvieran echando también del lugar preponderante que tenían en el franquismo. Tanta era su molestia que a veces apuntaban sus cañones hacia La Moncloa, solo como para recordarle a los que estaban ahí quiénes tenían los cañones. Era un recordatorio más que un amago de golpe.

Harto de aquel recurso intimidatorio, un joven asesor del presidente Suárez le propuso que ordenara ponerle fin a alguna de las agrupaciones militares que le eran leales. El presidente Suárez preguntó a su colaborador si se imaginaba lo que podría suceder con el cumplimiento de esa orden, y si era una orden que se podía cumplir.

Agregó: “Nunca des una orden que no se pueda cumplir. Ahí empiezas a perder la autoridad y el poder”.

Hace unos días el presidente López Obrador le dio a miembros de su gabinete una orden que no se puede cumplir.

Les ordenó terminar con el desabasto de medicinas para niños con cáncer, uno de los medicamentos cuyo sistema de abasto el gobierno destruyó en estos años.

¿Cómo pueden llegar papitas y coca colas a todas partes y las medicinas no?, preguntó el Presidente.

Porque nadie destruyó el sistema de abasto de papitas y coca colas, mientras que el de medicinas, sí: lo destruyó el gobierno, como puede leerse aquí https://bit.ly/3CoGG5z y aquí https://bit.ly/3HnkoFb.

Milenio