Los colgados de Zacatecas

Héctor De Mauleón

Dijo un testigo: “Parecía sacado de una película. No era posible que estuviera pasando en la realidad”.
Era en verdad una escena de espanto. Faltaba un poco para el amanecer: cada mañana, una parte de la población de Cuauhtémoc abandona muy temprano el municipio para ir a trabajar a las zonas fabriles de Guadalupe y Zacatecas.

Alrededor de las seis de la mañana del pasado 18 de noviembre, algunos trabajadores detuvieron su marcha para mirar y tomar fotos de todo aquello: nueve cuerpos, algunos de ellos semidesnudoscolgaban de cuerdas azules y amarillas en el puente del Orito. Algunos se hallaban atados por los pies. A todos los balanceaba el viento.

A un décimo cadáver lo había vencido su peso y yacía tendido sobre el asfalto. Todas las víctimas “eran masculinos que oscilaban entre los 21 y los 42 años”.

Apenas el 21 de agosto otros seis cuerpos habían aparecido en ese puente: cuatro estaban colgados y dos más tirados sobre el asfalto. Los hallaron prácticamente desnudos (solo llevaban ropa interior) con marcas de mutilaciones.

Desde el 16 de noviembre corrían en Cuauhtémoc, población de menos de 15 mil habitantes, rumores inquietantes de que grupos criminales se estaban llevando gente. Los vecinos hablaban de 20 personas: había testimonios de que a algunas un comando las había sacado de sus propios domicilios.

El alcalde, Francisco Javier Arcos, envió un mensaje a los habitantes del municipio: “Quiero pedirle a toda la población que si no tiene que salir en las  noches, no salga, que se resguarde, que sean precavidos, que se cuiden, que cuiden a sus familias. No salgan de sus casas, no se expongan si no hay necesidad, salgan a hacer lo necesario: a trabajar, al mandado…”.

Al día siguiente aparecieron los colgados. Ese mismo día, los elementos de seguridad del municipio ya no se presentaron a trabajar. El propio Arcos tuvo que ir a tomar conocimiento al lugar de los hechos.
Para entonces, en cinco municipios de Zacatecas se habían dado de baja los policías y en tres más los elementos no se presentaron a trabajar.

Además de Monte Escobedo, Tepetongo, Aculco, Cañitas de Felipe Pescador, Villa Hidalgo y El Salvador, el municipio de Loreto se quedó también sin fuerza pública desde que –el lunes 15 de noviembre– el director de Seguridad, Rafael Hernández, así como dos oficiales bajo su mando, fueron secuestrados y hallados con tiros en el cráneo al pie de la carretera federal 25.

El día del secuestro del director de Seguridad de Loreto, tres cuerpos más aparecieron colgados en un puente peatonal de Fresnillo, sobre la carretera federal 23 (debido al peso, uno de ellos había caído al suelo). Un día antes, tres personas fueron colgadas en un árbol en la población de San Marcos, en Loreto. A su lado habían dejado un mensaje firmado por el Cártel de Sinaloa.

Hay reportes de que solo en el mes de julio diez personas más aparecieron en puentes y vialidades de Zacatecas, Fresnillo y Valparaíso. Solo entre el 12 y el 13 de julio fueron hallados otros 21 cadáveres en estos municipios. Solo el 14 de septiembre hubo 31 ejecutados.

Reportes del gobierno federal indican que Hugo Gonzalo Mendoza Gaytán, apodado El Sapo, y segundo de a bordo del Cártel Jalisco Nueva Generación, envió desde 2019 células operativas encargadas de apoderarse del estado. Estas células entraron por Nayarit, bajando desde la zona serrana. Al mismo tiempo, operadores de El Mayo Zambada descendían desde Coahuila y Durango.
La periodista Irma Mejía, compañera de páginas en EL UNIVERSAL, ha observado cómo la aparición de narcomantas y videos de ejecuciones, desde Valparaíso hasta la región centro  –pasando por Monte Escobedo, Jerez, Tepetongo, Fresnillo, Calera, Gudalaupe, Zacatecas, Ojocaliente– ha marcado el avance de estos grupos, los capítulos de una lucha que ha dejado más de dos mil muertos y mil desaparecidos en los últimos dos años.

Los colgados de Cuauhtémoc provocaron la caída del secretario de Seguridad, Arturo López Bazán –quien acababa de cumplir un año en el cargo y provenía de la Conase, una de las pocas dependencias que han arrojado resultados en medio de la matanza sin freno que priva en el país–, así como la llegada de un general más al frente de las tareas de seguridad: Adolfo Marín Marín.

2021 acabará como el año más violento en la historia de Zacatecas: una sucesión de horrores que solo se ha intentado resolver poniendo a patrullar a la Guardia Nacional y a los miembros de un Ejército todopoderoso para todo, salvo para evitar un año más de horror.

El Universal