La Universidad de Granada pone en marcha un supercomputador que realiza en 24 horas operaciones que requerían 25 años

La investigación actual depende en gran medida de la capacidad de realizar procedimientos y simulaciones de cálculo intensivo que hace tiempo dejaron de poder hacerse en ordenadores normales. La ciencia requiere de supercomputadores que, en realidad, son potentes infraestructuras de computación en red con cientos de núcleos trabajando a la vez y realizando operaciones simultáneas a velocidad de vértigo. La Universidad de Granada (UGR) ha puesto en marcha el supercomputador bautizado como Albaicín, una bestia de 822 teraflops de rendimiento –un teraflop equivale a un millón de millones de operaciones por segundo– que según ha anunciado este martes su rectora, Pilar Aranda, está a disposición de más de 125 grupos de investigación y 500 científicos de la UGR y de las otras universidades públicas andaluzas.

El encendido de este nuevo supercomputador, que ha supuesto una inversión de algo más de 1,2 millones de euros, va a permitir a la comunidad científica no solo reducir significativamente el tiempo de espera de sus investigaciones, sino ampliar las líneas de investigación que hasta ahora, al requerir el proceso de datos de forma masiva, no se podían hacer en la universidad granadina. Así lo ha explicado la rectora: “Llegaremos a ámbitos a los que antes nos era imposible. Y no solo la UGR sino otras universidades andaluzas, porque queremos ser ejemplo de colaboración universitaria”. No es esta, sin embargo, la primera incursión de la UGR en la supercomputación. Según ha detallado Begoña del Pino Prieto, delegada de Universidad Digital y profesora de Arquitectura y Tecnología de Computadores, la institución puso originalmente en marcha su servicio de supercomputación hace 30 años.

De hecho, Albaicín es la tercera supercomputadora de la UGR y el avance tecnológico ha permitido un incremento de potencia significativo. La nueva máquina multiplica por 200 la velocidad de trabajo respecto a la primera, de 2007, y por 20 la capacidad de la segunda, de 2013. Jesús Rodríguez Puga, informático jefe del Servicio de Sistemas de Investigación y Supercomputación de la UGR, ha ejemplificado la capacidad de trabajo de Albaicín: “Los 9.520 núcleos son capaces de reducir a tan solo 24 horas procedimientos científicos de altísima complejidad que podrían llegar a durar 25 años”.

Blanca Biel, investigadora de Física Atómica Molecular y Nuclear de la UGR, ha explicado que su trabajo en nanotecnología, “que se basa, en gran parte, en simulaciones de materiales de escala atómica, requiere de cálculos muy complejos que solo pueden realizarse en máquinas con una gran potencia que hasta ahora tardaban tres y cuatro semanas en realizarse y que, con Albaicín, se podrán completar en menos de un día más o menos”.

Supercomputación y estrategia de futuro
Begoña del Pino ha apuntado que la supercomputación es un “elemento decisivo para impulsar la investigación, la innovación, la transferencia de alto nivel y la formación especializada, ejes estratégicos para la UGR”. Enrique Herrera, vicerrector de Investigación y Transferencia e investigador altamente citado en Ingeniería y Ciencia de computadores, ha contado que “no hay investigación de alto nivel sin infraestructuras de investigación que permitan incrementar la capacidad de computación y resolución de procedimientos y simulaciones complejas”.

Herrera opina que esta nueva infraestructura permitirá a la UGR afrontar los retos estratégicos que se han marcado y que, en este ámbito, son: “Convertir Granada y su universidad en sede de la Agencia Nacional Reguladora de Inteligencia Artificial, acoger el proyecto IFMIF-DONES [que busca una nueva fuente de energía para el futuro, inagotable y respetuosa con el medio ambiente] y poner en marcha el Centro de Excelencia en Inteligencia Artificial AILab Granada, un proyecto conjunto de UGR e INDRA que busca llevar el abrir el uso de la inteligencia artificial al tejido empresarial”.

El vicerrector ha anunciado también que la puesta en marcha de Albaicín es un paso más en una estrategia en supercomputación que aspira a servir, no solo a grupos de investigación nacionales, sino también a “la trasferencia e innovación para dar soluciones de computación dedicada a problemas concretos de la sociedad”. “Con el tiempo”, ha concluido, “nos gustaría dar servicio de supercomputación también a las estrategias innovadoras que surjan en empresas o instituciones públicas que requieran de este tipo de supercomputadores”.

El País