Ómicron provocó la salida de 1.4 millones de personas del mercado laboral

El mercado laboral inició el 2022 con la salida de 1.4 millones de personas de la población ocupada debido al impacto de la cuarta ola de la pandemia por la variante Ómicron. Esta caída borró las ganancias logradas en el empleo tras recuperar los puestos perdidos a causa del impacto inicial de la emergencia sanitaria.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el impacto fue el mismo entre mujeres y hombres. Sin embargo, ellas perdieron tanto en trabajo formal como informal, mientras ellos ocuparon todas las plazas formales que se crearon en el primer mes del año.

“Parte de esto corresponde a una estacionalidad negativa conforme empleos relacionados a la temporada vacacional terminan, creemos que la mayor parte del deterioro corresponde a un adverso efecto por la última ola de casos por Ómicron”, señaló Juan Carlos Alderete, director ejecutivo de Análisis Económico y Estrategia Financiera de Mercados de Banorte.

Como resultado de este comportamiento, la tasa de desocupación se ubicó en 3.7%, dos puntos base por arriba de lo reportado en diciembre de 2021 y ligeramente lejos de sus promedios históricos. Este el primer aumento del indicador desde julio del año pasado. Al sumar a la población inactiva disponible, la tasa de desempleo extendida se ubicó en 15.3%, nueve puntos base por encima de su nivel previo.

“Ya se había informado que probablemente la actividad económica de México cayó en enero de 2022. Vemos ahí que para enero podría caer la actividad hasta 1%, sobre todo por afectaciones en las actividades terciarias, comercio y servicios que son las más sensibles en la reactivación económica. En enero todavía vimos un pico de la variante Ómicron que pudo haber cerrado algunos servicios, aunque no hubo ninguna restricción, sí hubo un menor flujo de personas en las calles”, expuso Ricardo Aguilar Abe, economista en Jefe de Invex.

La pérdida de puestos de trabajo en enero de 2022 es resultado de una reducción de 1.7 millones de ocupados en el sector informal, lo que eclipsó las ganancias de 294,208 plazas en la formalidad, más de lo reportado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

“La caída de la informalidad hace evidente que es el sector más vulnerable ante caídas en la economía”, subrayó Gabriela Siller, directora de Análisis Económico y Financiero de Banco Base.

En opinión de Juan Carlos Alderete, esto se debe a las protecciones con las que contó el empleo formal que se tradujeron en un salvavidas de los puestos de trabajo en ese sector, algo que no ocurrió en la informalidad.

“Creemos que la fuerte disparidad es explicada por varios factores, incluyendo las provisiones legales que salvaguardan empleos, un mayor grado de autoempleo en el sector informal y una reducción en la movilidad”, apuntó el especialista.

Por otra parte, la entrada en vigor del incremento de 22% del salario mínimo, que elevó la referencia a 172 pesos diarios a partir del 1 de enero, generó una reestructura en la población ocupada por nivel de ingreso. De esta manera, la fuerza laboral que percibe hasta un salario mínimo incrementó en 5.3 millones de personas, para llegar a un universo de 19 millones de personas, el 34% del total, mientras el resto de los perfiles salariales perdieron puestos de trabajo

Por sectores económicos, en enero las actividades industriales tuvieron una pérdida de 537,720 plazas, con la construcción reportando el 67% de la contracción al interior de este rubro. Dentro del sector servicios, que abarcó el 60% de la caída de la ocupación total, los servicios diversos y los sociales mostraron las mayores debilidades con una reducción de 398,644 y 257,053 puestos de trabajo, respectivamente. Sólo las actividades en transporte tuvieron una ganancia marginal.

“Analizando la recuperación del mercado laboral, según la actividad económica, se observa que el rezago se encuentra principalmente en los sectores de construcción, servicios diversos y en el de gobierno y organismos internacionales. El empleo en el sector primario, aunque muestra un rezago alto, es altamente estacional”, indicó Gabriela Siller.

En ese sentido, Ricardo Aguilar Abe afirmó que las actividades de servicio son las que “tienen más campo para seguir recuperándose por el golpe de la pandemia, sobre todo en comercio y servicios”, pues la manufactura ha mantenido una buena recuperación y la construcción presenta un rezago, pero por falta de inversión.

Subocupación, entre señales mixtas
Desde la perspectiva de Gabriela Siller, entre las buenas noticias, la tasa de subocupación —indicador que engloba a las personas con la necesidad de ofrecer más tiempo de trabajo— se redujo casi un punto porcentual en enero para ubicarse en 9 por ciento. Sin embargo, precisó la especialista, el dato debe tomarse con reserva porque no implica literalmente que las personas estén encontrando mejores oportunidades.

“La caída de la subocupación puede ser porque ya no están en sus puestos de trabajo; es decir, pueden que no estén mejorando las condiciones, sino que las personas se quedaron sin trabajo, por lo que pasaron de ser subocupados a desempleados”, explicó Gabriela Siller.

Para Juan Carlos Alderete, el mercado laboral puede tener resultado positivos en los próximos meses, tanto por la disminución de contagios de Covid-19 como por el inicio de marzo y una estacionalidad asociada a la temporada vacacional de Semana Santa. “Lo que podría ayudar a consolidar ganancia más adelante”, subrayó.

Pero, agregó el especialista, hay que estar pendientes de los efectos en la economía global por las tensiones geopolíticas por la invasión de Rusia a Ucrania, lo que se posiciona en estos momentos como el principal riesgo para la recuperación del mercado de trabajo.

En ello coincidió Gabriela Siller al indicar que la incertidumbre geopolítica puede limitar el crecimiento de la actividad económica y, por lo tanto, del empleo. Además del contexto global, la especialista consideró que la incertidumbre política y económica en México por la reforma eléctrica podría afectar la inversión privada, lo que implica un riesgo adicional para el mercado de trabajo.

El Economista