Cachalote con candela

Eric Rosas

Estamos acostumbrados a medir cantidades muy tangibles como peso, tiempo, temperatura, longitud, área o volumen, usando para ello las unidades de medida del Sistema Internacional de Unidades (SI), que son, respectivamente: el kilogramo, el segundo, el Kelvin —o también el grado Celsius—, el metro, el metro cuadrado y el metro cúbico —o también el litro—. Sin embargo, en una sociedad tan desarrollada como la actual se requiere medir muchas otras cantidades que, a veces, no resultan muy comunes para todas las personas. Entre estas otras magnitudes encontramos muchas en el ámbito eléctrico (tensión eléctrica, potencia eléctrica, intensidad de corriente eléctrica, etc.); químico (cantidad de sustancia, potencial de hidrógeno, etc.); óptico (flujo luminoso total, temperatura de color correlacionada, luminancia, iluminancia, coordenadas de cromaticidad, intensidad luminosa, etc.); y varios más.

En particular, la intensidad luminosa es la magnitud que cuantifica la cantidad de radiación que emite en una dirección determinada una fuente monocromática operando a 540 terahercios —aproximadamente unos 555 nanómetros (nm)—, correspondiente al verde pálido, al que el ojo humano es más sensible. Fue una de las denominadas siete unidades de base del SI, hasta que en el 2018 la Conferencia Internacional de Pesos y Medidas le retiró tal categoría a consecuencia de la actualización de su definición junto a las del metro, kilogramo, segundo, Kelvin, mol y Ampere. Pero, a pesar de esta pérdida de privilegio, la intensidad luminosa ha mantenido un lugar central en el campo de la fotometría.

Fue Benjamín Thompson o Conde Rumford —nacido el 26 de marzo de 1753— quien parece haber usado por primera vez el término “candela” para referirse al patrón de intensidad luminosa que él mismo construyó, consistente en una vela común, candela de cera o bujía fabricada a base de aceite de cachalote; y al que le asignó por definición el valor de una candela, convirtiéndola así también en una unidad de medida. Como la replicación de esta primera candela era bastante difícil, pues entre otras muchas variables dependía del animal particular al que se le extrajera el aceite, fue necesario pensar en otras formas más reproducibles para realizar esta unidad, pasando así por el uso del platino calentado a su temperatura de fusión en la candela Violle, o por artefactos más refinados, como la lámpara Hefner.

Actualmente la definición de la candela descansa en la constante conocida como la eficacia luminosa, cuyo valor es 683 lúmenes por watt; y se realiza seleccionando con la ayuda del denominado filtro fotométrico, sólo la luz a 555 nm emitida por una lámpara incandescente… y así, la luz se ha hecho.