El reloj avanza

Entre Columnas: Martín Quitano Martínez

“Nuestra lealtad es para las especies y el planeta.
Nuestra obligación de sobrevivir no es sólo para nosotros mismos
 sino también para ese cosmos, antiguo y vasto, del cual derivamos.”
Carl Sagan 

Nuestro país no es el ombligo del mundo. No es un planeta fuera de este astro llamado tierra, sino solo una pequeña parte del mismo. México es parte de un ecosistema planetario en que se enlistan cada vez más consecuencias de una huella humana depredadora, del mal comportamiento enmascarado en un modelo de apropiación de los recursos naturales que ha arrasado, mostrando la peor cara de nuestras acciones como especie “dominante”.

El Comunicado de Prensa del pasado 28 de febrero, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Berlín, nos deja mayores preocupaciones, pues resume en sus alertas la profundización de los padecimientos y la necesidad de asumir acciones urgentes y profundas para asegurar nuestro futuro.

“En las próximas dos décadas, el planeta afrontará diversos peligros climáticos inevitables con un calentamiento global de 1,5 °C (2,7 °F). Incluso si se supera temporalmente este nivel de calentamiento, se generarán impactos graves adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles. Se incrementarán los riesgos para la sociedad, en particular para la infraestructura y los asentamientos costeros de baja altitud”.

En nuestro país, ahora mismo se debate la iniciativa presidencial de reforma eléctrica, que en apartados especiales se vincula con las características de generación de energía limpia o no, de la utilización de combustibles fósiles y combustóleo. Más allá del tema del impacto económico y en relación con las inversiones o el incumplimiento del marco del TMEC, los impactos ambientales de tales modificaciones van en sentido contrario con el deber ser y deber hacer, agravando los datos de un futuro cercano al precipicio.

“El aumento de olas de calor, sequías e inundaciones ya ha superado los umbrales de tolerancia de las plantas y los animales, y ha provocado la mortalidad en masa de diversas especies, como árboles y corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada que resulta cada vez más difícil controlarlos. Debido a estos fenómenos, millones de personas han quedado expuestas a una situación de inseguridad alimentaria e hídrica aguda, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico”

“En este informe se reconoce la interdependencia del clima, la biodiversidad y las personas, y se integran las ciencias naturales, sociales y económicas más eficazmente que en las evaluaciones anteriores del IPCC”, explicó Hoesung Lee. “Se hace hincapié en la necesidad urgente de adoptar medidas inmediatas y más ambiciosas para hacer frente a los riesgos climáticos. Ya no es posible continuar con medias tintas”.

En el comunicado también podemos encontrar planteamientos que nos darían oportunidad a imaginar alternativas que irían de la mano con la definición de nuevos o mejores comportamientos sociales pero particularmente institucionales.

“Los ecosistemas sanos son más resilientes al cambio climático y prestan servicios indispensables para la vida, como el suministro de alimentos y agua limpia”, aseveró Hans-Otto Pörtner, Copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC. “Al restaurar los ecosistemas degradados y conservar, con eficacia y equidad, entre el 30 % y el 50 % de los hábitats terrestres, marinos y de agua dulce, la sociedad puede beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar carbono, y podemos acelerar los avances en la consecución del desarrollo sostenible, pero es fundamental contar con el apoyo financiero y político adecuado”.

El reloj avanza y los llamados a mirar con alarma lo que nos está pasando, tanto a nivel global como a nivel nacional, parecieran ser solo parte de un discurso extraño y de confronta para un gobierno federal, y de todos los niveles, lejano e irresponsable. Enfrascado en su monólogo esquizofrénico, libera sus manías sin plan alguno que lo ligue realmente con una visión ambientalista, sino que, por el contrario, en su pantomima discursiva muestra descarnadamente su rechazo al tema. Ejemplo visible en su abandono a instituciones del sector y peor aún a la violación de reglas o normativas ambientales en la realización de sus proyectos prioritarios, o que decir del aterrador incremento de eventos de agresión hacia activistas defensores de la naturaleza que en 2021 cerró con 108 de los cuales 25 fueron letales.

De no actuar, peores días vendrán para todos. Por ello cada uno debemos asumir nuestra parte, pero también entender que en esa responsabilidad compartida, los gobiernos y los que detentan los poderes llevan la mayor responsabilidad. Mientras lo entienden, hagamos lo que nos toque como sociedad, como personas, entre ello, exigir el derecho a vivir en un ambiente sano, ellos están para garantizarlo.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

Recordar es volver a sufrir. Las peores prácticas electorales remasterizadas.