Continúa el desmonte de selva en Quintana Roo para vías del Tren Maya, pese a un amparo

Pese a la suspensión provisional otorgada por un juez, los trabajos del Tren Maya, que implican la apertura de una brecha en medio de la selva, aún continúan al poniente de Playa del Carmen.

Así lo denuncian las organizaciones ambientalistas que conforman el movimiento Sélvame del Tren, los cuales han documentado con videos y fotografías el desmonte de selva.

Roberto Rojo, del Círculo Espeleológico del Mayab, comentó que al existir una gran opacidad en el proyecto, no saben a ciencia cierta si los trabajos de desmonte pertenecen al Tramo 5 sur o norte, sin embargo, es un hecho que la maquinaria ha continuado desmontando grandes cantidades de selva durante esta misma semana en que se dio a conocer la suspensión provisional otorgada por un juez federal, la cual mandata detener los trabajos en tanto no se resuelva de fondo el juicio de amparo promovido por un grupo de espeleólogos.

“No sabemos dónde empieza el Tramo 5 sur, ni dónde termina el 5 norte y esto es parte de la misma historia. No hay claridad, no hay información pública, es muy aterrador ver cómo se están haciendo las cosas, todo bajo la sombra”, expuso el espeleólogo.

“No dudo que vayan a continuar haciéndolo, como lo hicieron en los tramos 1, 2 y 3, donde a pesar de un amparo siguieron trabajando. Esa es la realidad hasta ahorita”, añadió.

Por su parte, el ingeniero industrial, Guillermo D. Christy, miembro del movimiento Sélvame del Tren, aseguró que el desmonte de selva que se ha continuado realizando corresponde al Tramo 5 sur, que es el que está suspendido por efecto del amparo concedido desde el pasado lunes de esta misma semana.

Las retroexcavadoras captadas en imágenes y videos muestran el desmonte y despalme en dirección al sur, desde la avenida de los Gavilanes, al poniente de Playa del Carmen.

Apenas el martes pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que no habían sido notificados aún de la suspensión provisional que ordena detener los trabajos en el Tramo 5 sur que corre de Playa del Carmen a Tulum.

“Todavía no hay una notificación oficial. No sabemos de qué se trata. Solo lo que ya es de dominio público, hay con propósitos políticos, no ambientalistas, una campaña en contra del Tren Maya financiada por organismos internacionales y por empresarios mexicanos”, puntualizó López Obrador durante su conferencia matutina del 19 de abril.

“Puede ser que haya gente preocupada por el medio ambiente, pero por lo general se trata de gente sin convicciones, sin escrúpulos morales de ninguna índole, porque ¿cómo ahora les sale la preocupación por el medio ambiente?, ¿qué, no vieron lo que estaba haciendo Calica?”, dijo.

“Entonces, vamos a esperar a ver qué es lo que están ahora reclamando y buscar la forma de defendernos legalmente”, añadió.

Sin embargo, también respondió que “sí” a la pregunta expresa sobre si el tren continúa, independientemente de que esperarán la resolución final del juez.

Antecedente
Apenas en marzo de este año el Juzgado Cuarto de Distrito concedió la suspensión definitiva de la Manifestación de Impacto Ambiental de los tramos 1, 2 y 3 del Tren Maya, correspondiente al amparo 89/2021.

Unos días después, el Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo y Administrativo en Yucatán aceptó haber dictado dos sentencias contradictorias sobre el mismo asunto, por lo cual dejó sin efecto esa sentencia.

De haber prosperado, los tramos 1, 2 y 3 no sólo se habrían quedado sin autorización de impacto ambiental, sino también sin los permisos de cambio de uso de suelo forestal en 800 hectáreas de selva a lo largo de 635 kilómetros, que atraviesan 25 municipios de Chiapas, Campeche, Tabasco y Yucatán.

El recurso fue promovido por residentes de esos cuatro estados, alegando daños al medio ambiente y su derecho a vivir en un entorno saludable.

“La suspensión conlleva el cese de todo trabajo derivado de tal autorización, que implique deforestación o puesta en riesgo de especies animales y vegetales autóctonas” destacaba el fallo que a la postre fue desechado.

El Economista