La popularidad de AMLO y la batalla por la narrativa

Leo Zuckermann

En México tenemos un problema: no se publican muchas encuestas que evalúen la popularidad del Presidente y su gestión del gobierno. En el sitio oraculus.mx hemos identificado tan sólo 10 publicadas en lo que va del año (seis telefónicas y cuatro de vivienda). Nada para un país del tamaño de México.

En Estados Unidos, tan sólo en lo que va del mes de mayo, se han publicado 14 encuestas sobre la popularidad de Biden.

México no es Estados Unidos, pero tampoco nos merecemos una escasez así de encuestas.

Pues con los pocos datos que disponemos tenemos que concluir que López Obrador sigue siendo un fenómeno en términos de popularidad. Ayer, el periódico Reforma presentó su encuesta nacional de vivienda. El 62% de los mexicanos aprueba la forma como AMLO está haciendo su trabajo como Presidente. El 32% lo desaprueba. Su popularidad se incrementó cuatro puntos porcentuales en los primeros cuatro meses del año.

En el Modelo de encuesta de encuestas (poll of polls) de oraculus.mx agregamos los resultados de Reforma y sale prácticamente lo mismo: 62% de aprobación versus 33% (es lógico: las pocas encuestas que hay, acaban pesando mucho en el resultado).

En términos comparativos, a 41 meses de estar en el cargo, AMLO es el Presidente más popular de los últimos cinco. Lo sigue Zedillo con 59% de aprobación, Calderón con 57%, Fox con 54% y Peña con un abismal 31 por ciento.

Mientras que AMLO sigue siendo popular, la población reprueba la gestión de su gobierno en los dos temas que le interesan más a la gente: inseguridad y economía. Los números de este primer rubro son muy malos. En la encuesta de Reforma, 81% de los mexicanos opina que los feminicidios se han incrementado en los últimos 12 meses, 67% la violencia en el país, 66% la inseguridad y 62% la presencia del crimen organizado.

En la economía, 41% de las personas expresa que la economía del país ha empeorado en los últimos 12 meses y 36% reporta que su situación económica personal ha empeorado en el mismo periodo. 71% de los mexicanos opina que la inflación le ha perjudicado a ellos y sus familias en el último año.

Al Presidente, en cambio, le va muy bien en la evaluación de cómo está tratando los programas sociales, la educación, y, por increíble que parezca, la salud. Agrego dos datos más.

El 55% de la población considera que el Presidente salió favorecido tras la consulta popular de revocación de mandato a pesar de la baja participación. Y el 51% dice que la decisión de los partidos de oposición de rechazar la reforma eléctrica perjudica al país.

Por donde se vea, son buenos números para el Presidente.

Hay que explicar por qué. Lanzo un par de hipótesis.

Primero, abril fue un mes de mucha promoción para el Presidente a propósito de la revocación de mandato. Las ciudades se llenaron de anuncios espectaculares a favor de AMLO.

Mítines, volantes y cuadrillas de Morena hicieron mucha propaganda. Al parecer, funcionó: la popularidad del Presidente subió.

Segundo, el Presidente sigue teniendo una capacidad inigualable de controlar la narrativa de lo que está sucediendo en el país y, hasta ahora, nadie lo ha podido desafiar eficazmente.

Las conferencias matutinas son su principal arma. De ahí sale la narrativa de lo que, según él, está sucediendo en el país.

Tómese el caso de la salud. Los datos del manejo de la pandemia de covid-19, del desabasto de medicinas y del estado que viven los centros públicos de salud son pésimos. Y, sin embargo, el 51% de los mexicanos cree que AMLO está tratando bien el tema de la salud.

¿Cómo explicarlo?

Pues precisamente porque en la narrativa de AMLO lo que hizo su gobierno con la pandemia fue un éxito, el desabasto es un invento o está a punto de resolverse y los servicios están mejorándose de tal suerte que tendremos uno de los mejores sistemas de salud de todo el mundo. El Presidente vende una realidad alternativa y siempre ofrece esperanza. Hay mucha gente que le cree.

Del otro lado es muy poco lo que desafía a la visión presidencial. Algunos periódicos, noticieros radiofónicos y programas de televisión sí reportan lo que está ocurriendo con los datos reales. Encima López Obrador se encarga de descalificarlos desde el púlpito presidencial. Agréguese que la oposición apenas está despertando y carece de una estrategia para contrarrestar la narrativa del mandatario. El resultado es una situación muy asimétrica en la batalla de las narrativas a favor de AMLO.

Excélsior