El fusilador quiere fusilarse

Carlos Loret de Mola

En una de las declaraciones más lamentables del sexenio más violento de la historia, el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, pidió que “fusilen por traidores de manera pacífica” a los 223 legisladores de oposición que votaron en contra de la reforma energética propuesta por López Obrador. Son a los que el presidente tachó de “traidores a la patria”.

El fusilador Ignacio Mier tiene la memoria corta.

Desde hace muchos años, Andrés Manuel López Obrador ha considerado también “traidores a la patria” a los legisladores que votaron a favor del rescate bancario, el tristemente célebre Fobaproa.

Revisé la Gaceta Parlamentaria de esa votación de 1998 en el Congreso mexicano. Y me topé con un nombre inesperado. En el número 143 de la lista de quienes estuvieron a favor del Fobaproa: Moisés Ignacio Mier Velasco. Sí. El mismo.

En esas épocas, Mier militaba en las filas del PRI. El PRI era el partido en el gobierno federal. El presidente era Ernesto Zedillo y el PRI cabildeó en la Cámara de Diputados la aprobación del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, el Fobaproa. López Obrador era cabeza del PRD. Se opuso con todas sus fuerzas e hizo del Fobaproa un estandarte de campaña: debates, entrevistas, mítines, un libro. Dijo que había sido una traición a la patria.

Bajo ese criterio,califica el hoy morenista Mier, tan apresurado en el fusilamiento light de quien piensa diferente. Qué bueno que durante esa votación nadie escaló el discurso al hablar de fusilamiento como represalia a un voto.

Vivimos un sexenio en el que el presidente es el primero que devalúa su palabra. Por eso no extraña que —pirámide abajo— imiten el desaseo del líder. Si el presidente acusa de “traidores a la patria” a los diputados que ejercieron su derecho constitucional a disentir, la pléyade de aduladores se embarca en la misma ruta y escala la virulencia para ganarse el favor y la simpatía del caudillo. Lo hacen una y otra vez. Y pierden los límites. Como si de las palabras violentas a los hechos violentos no hubiera tan solo un pequeño salto. Parece que juguetean con esa macabra idea.

Hoy en Sudáfrica se han encendido otra vez los focos de alerta por la posibilidad de una nueva variante del Covid-19, resistente a las vacunas. Sudáfrica ha actuado con responsabilidad y valentía: cuando les saltó la variante ómicron, lejos de esconder el problema (como lo hizo China al inicio de la pandemia), optó por informar a todo el mundo para que tomara precauciones. El resto del mundo fue el que reaccionó mal: aisló a Sudáfrica y no le dio un centavo de apoyo para compensar el golpe económico del aislamiento. Con este abandono, lo único que hizo la comunidad internacional fue generar incentivos perversos para que los países, con tal de no volverse parias, prefieran esconder cualquier brote.

El Universal