Mónica Serrano, investigadora del Colmex: El prestigio del Ejército, muy “raspado”

Mónica Serrano, investigadora de las relaciones entre civiles y militares en México, advierte sobre los riesgos de involucrar a los militares en actividades ajenas a sus obligaciones castrenses, como lo está haciendo el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y es categórica: estamos viendo cómo se está corroyendo el prestigio y la institucionalidad de las Fuerzas Armadas.

Profesora del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, que ha dedicado tres décadas al estudio de la participación de las Fuerzas Armadas en la vida pública de México, Serrano dice en entrevista que al involucrarse en un proyecto político, los militares mexicanos quedan expuestos ante sus pares internacionales.

La muestra más evidente de la participación de los militares en el proyecto político del partido en el poder fue la presencia del comandante de la Guardia Nacional, el general retirado del Ejército Luis Rodríguez Bucio, en un acto proselitista de Morena a favor de la llamada revocación del mandato, el pasado 2 de abril, en Torreón.

“En 1995 publiqué un artículo sobre las relaciones cívico-militares en México y… por lo que he podido seguir, no recuerdo que hubiera sucedido un caso igual. Tengo claro que en todo el periodo de la transición no hubo nunca expresiones abiertas, ni de simpatía ni uso de las Fuerzas Armadas de manera abierta y descarada para algún acto de proselitismo político.”

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se puede rastrear un proceso de despolitización de las Fuerzas Armadas en el trayecto de la democratización. En 1988 se decía que había simpatía de las Fuerzas Armadas hacia el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Esto es algo que no se pudo corroborar, pero se habló de que en donde había cuarteles militares, parecía haber habido una mayor votación a su favor.

Sin embargo, se sentaron las bases para una separación de ámbitos de lo civil y de lo militar. Desde el ámbito civil se va reduciendo la participación de los militares en puestos directivos del PRI o en candidaturas. Por un lado, se da la profesionalización de los militares; por otro, desde el ámbito civil, la generación de reglas informales –porque no hay nada escrito–, y aceptan que los civiles lleven la dirección política del país y las tareas de gobernar.

“Los militares retirados están bajo esas reglas que hacen muy difícil que se sientan con libertad para expresarse. Al inicio de esta administración hubo un desayuno de jubilados, donde se dieron pronunciamientos muy fuertes. Tengo una carta que les mandaron, recordándoles que no podían pronunciarse ni dar opiniones públicas sobre asuntos que competían a la política y a los asuntos de gobierno. Esto es inédito en otras democracias”, señala.

Proceso