El contexto económico hace tambalear el ideal deflacionario de Bitcoin

El valor del mercado de los criptoactivos se ha visto fuertemente mermado este año debido a un cambio de la opinión de los inversionistas sobre este voluble negocio. Si algunos pensaban que ya había ganado su lugar como resguardo de valor, Bitcoin, la principal criptodivisa, los está decepcionando.

Es cierto que en algunos momentos en su breve historia el activo digital ha llegado a soportar de buena manera embates que han afectado a los mercados accionarios. No obstante, la realidad se ha impuesto y las criptodivisas refuerzan su lugar como unos potenciadores de carteras, pero de alto riesgo.

Desde un máximo histórico de 69,000 dólares por unidad en noviembre, el precio de Bitcoin hoy se ubica en 29,000 dólares. Esto es una pérdida de 58%, lo suficiente para afectar los rendimientos en el largo plazo de carteras poco balanceadas. En general, esto sucede con todo el mercado de criptoactivos.

La capitalización del mercado de criptoactivos cayó casi 800,000 millones de dólares en abril y además marcó un mínimo de 1.4 billones de dólares el martes 3 de marzo, según datos de la plataforma CoinMarketCap. Cabe resaltar que Bitcoin representa 40% del mercado, de acuerdo con esa misma firma.

A estos desplomes se han sumado recientemente las llamadas stablecoins o activos digitales estables, que tienen por objetivo dar mayor tranquilidad a los inversionistas. Tether, la stablecoin más importante, perdió su paridad con el dólar y contribuyó a sembrar incertidumbre entre los operadores.

Para Esteban Polidura, director de Asesoría y Productos para América del banco suizo Julius Baer, el problema consiste en la manera en que muchos participantes entienden esos activos, en especial Bitcoin, que no comparten características con el oro y no son herramientas efectivas para resguardar valor.

“Los criptoactivos y los tokens no fungibles (NFT), de forma similar a las acciones, son activos de riesgo. No son activos para reducir riesgos o contrarrestar inflación, sino que pueden dar impulso adicional a un portafolio. Quienes creen que Bitcoin es oro digital todavía no han podido comprobarlo”, afirmó.

Desafío directo
Precisamente la idea del supuesto potencial deflacionario de Bitcoin y otras criptos es desafiada con mayor fuerza que otras por el contexto económico actual. Entusiastas de este mercado consideran que su limitada emisión, en teoría, le permitiría apreciarse de forma contraria al dólar y vencer a la inflación.

Actualmente en el mundo se debate el nivel óptimo de las tasas para frenar la inflación, que se encuentra en máximos de varias décadas. Pero la reacción de Bitcoin está lejos de reflejar los avances que podrían esperarse de un activo deflacionario en periodos de una elevada presión sobre los precios al consumo.

Lo que sí reitera su comportamiento es que, en muchas formas, las caídas de los activos digitales son mucho más llamativas que las que impactan en las bolsas. Y también refleja que en momentos de alto nerviosismo en el mercado el desempeño de las criptodivisas tiende a correlacionarse con el de las acciones.

“Si bien históricamente las correlaciones de activos digitales y acciones son bajas en promedio, tienden a aumentar en torno a los eventos de aversión al riesgo. Bitcoin ha sufrido más que las bolsas de valores en siete de las nueve fases de aversión al riesgo observadas durante la última década”, añadió.

Potenciadores de rendimiento
Para Julius Baer, los activos digitales como Bitcoin podrían continuar enfrentándose a grandes presiones si la inflación persiste, debido a que no tienen valor intrínseco. Esto provoca que los inversionistas se alejen más que de las acciones en periodos de riesgo, sobre todo ante la promesa de menores retornos.

Pero a pesar de este contexto adverso, Polidura recuerda que los portafolios pueden beneficiarse de este mercado, en proporciones correctas. “Asignaciones de pequeños porcentajes a Bitcoin han tenido mejor efecto en rendimientos ajustados al riesgo que asignaciones más grandes”, explicó.

El Economista