El Efecto Meitner-Auger

Eric Rosas

Las nubes electrónicas que rodean a los núcleos atómicos están estratificadas en órbitas con formas distintas y niveles energéticos cuantizados. Esto último significa que los desplazamientos de las cargas eléctricas negativas sólo pueden dibujar las superficies específicas de los orbitales esféricos o tipo s, y los siguientes más complejos, tipos p, d o f, con formas toroidales (cual donas) o lobulares a lo largo de los ejes horizontales o verticales. En su movimiento incesante los electrones no pueden desviarse de estos orbitales porque eso significaría que su energía aumentaría o disminuiría en cantidades infinitesimales, lo que llevaría a incrementos o decrementos continuos, prohibidos por la cuantización energética.

Para que un electrón pueda migrar de su órbita a otra superior debe contar con la energía suficiente y exacta que le permita ascender precisamente ese. De igual forma, si un electrón cede la cantidad exacta de la energía que le separa de la órbita inmediata inferior, entonces podrá ocupar este menos energizado, mientras que la energía liberada puede convertirse en una partícula de luz (fotón) o una vibración mecánica (fonón).

Como los electrones que ocupan las capas más cercanas al núcleo (internas) se encuentran menos expuestas al intercambio energético, son usualmente las cargas de las capas más externas las que tienden a desprenderse del átomo, provocando con ello su ionización; es decir, la generación de un átomo cargado positivamente a consecuencia de que uno de los protones del núcleo habrá perdido al electrón que lo neutralizaba. Sin embargo, bajo ciertas circunstancias, es posible que alguno de los electrones de las capas internas reciba la energía suficiente, no sólo para subir a algún otro orbital, sino para abandonar al átomo y ionizarlo. En estos casos, el espacio dejado por el electrón fugado tiende a ser ocupado por otra carga negativa de algún orbital superior, misma que debe deshacerse del exceso de energía, originando la consecuente emisión de un fotón. Pero el mismo excedente de energía puede también pasar directamente a otro electrón causando que esta segunda carga negativa salga emitida del átomo. A este proceso tan especial se le conoce como el Efecto Auger, en consideración a uno de sus descubridores, Pierre Victor Auger, quien nació el 14 de mayo de 1899.

Aunque Auger no fue el primero en describir el efecto que lleva su nombre, su publicación tuvo mucho mayor eco entre la comunidad científica de la época, que la realizada por Lise Meitner. Pero en honor a la justicia, quizá sea momento para que tal primicia sea reconocida y denominemos a este peculiar fenómeno como el Efecto Meitner-Auger… y así, la luz se ha hecho.